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OTROCÁCERES

Opinion Local

Entre la espada del Estado y la pared de ETA

ETA debería autodisolverse YA, y nosotr@s
implicarnos en el “proceso de paz”, por el bien de tod@s.

Por Ramón Fernández Durán.
   
Miembro de Ecologistas en Acción.
(El autor ha participado muy activamente, desde hace décadas, en el movimiento ecologista, en el movimiento Anti-OTAN, en el movimiento anti-globalización y en un buen número de actividades solidarias. El artículo nos lo envía el propio autor a varias páginas web con el ruego de su  difusión. Ramón agradece comentarios a su artículo.

         
         
ETA lleva unos cuarenta años de existencia, y ha agotado ya (hace tiempo) un ciclo histórico que intenta prorrogar inútilmente. Lo peor en estos casos es no saber desaparecer a tiempo, y en las mejores condiciones posibles, sobre todo de acuerdo con los objetivos por los que surgió y ha perdurado hasta ahora. Y eso suponiendo que alguna vez debiera haber iniciado su andadura, que es mucho suponer, para enfrentar un conflicto político-territorial con el Estado español, enquistado gravemente desde hace más de un siglo. Pero su existencia es hoy un enorme lastre para las justas demandas de sectores importantes de la población vasca, y en especial de la izquierda abertzale, para los movimientos emancipadores del conjunto del Estado, para su entorno más inmediato, en especial sus más de 600 presos, así como sus familiares y amigos, y en definitiva para ella misma. Hoy en día un número bastante menor de militantes que los miembros de ETA en las cárceles. Es más su existencia sólo está beneficiando a los sectores más reaccionarios, y está favoreciendo y legitimando el reforzamiento y endurecimiento del Estado español a todos los niveles. Todo ello ha ido haciéndose cada día más patente a lo largo de las dos últimas décadas, se ha acelerado con el cambio de siglo, en especial tras el 11-S, y ha explotado ya a partir del 30 de diciembre junto con la bomba de Barajas, cuando ETA ha cometido un inmenso error político, además (y principalmente) de matar a dos ciudadanos ecuatorianos. ETA ha certificado ya en la T-4 su muerte en vida. Y eso sin hablar de las valoraciones éticas y morales que nos debe merecer una actividad armada que en todo este periodo ha cosechado más de 800 muertos, así como miles de heridos, algunos gravemente lesionados de por vida, muchos de ellos víctimas “colaterales”. ETA ya sólo puede desaparecer, no tiene otra opción, y es bueno que lo haga cuanto antes, y a iniciativa propia, por el bien de todos, incluso de ella misma. Esta afirmación para nada intenta eximir de responsabilidades al gobierno en relación con la crisis del así llamado “proceso de paz”, cuando éste ha sido uno de los causantes de su parálisis y su crisis. Y ahora es preciso también que entre todos y todas ayudemos a desbloquear esta sinrazón, que nos afecta al conjunto de la sociedad, para poder caminar hacia otros mundos posibles. Nos va nuestro futuro en ello. Intentemos sustentar estas valoraciones.

La época de “esplendor” de ETA.

           En los 70, cuando el que suscribe este texto iniciaba su implicación político-social, ETA era una referencia importante en la lucha antifranquista, y los objetivos de su lucha concitaban amplios apoyos en la izquierda de todo el Estado español. Además, la represión franquista se cebó especialmente en Euskadi. El espectacular atentado contra Carrero Blanco quizás marcó el cenit de esa aureola. Eran unos años en los que existían diversas expresiones de lucha armada en otros países de Europa occidental (IRA, Rote Armee Fraktion –RAF- y Brigadas Rojas –BR-, principalmente) cuya actividad se refuerza con el reflujo del ciclo de luchas del 68. Ciclo de luchas que tuvo una dimensión mundial. El IRA y ETA surgen como organizaciones armadas de carácter independentista, definiéndose como nacionalistas de izquierda, no así la RAF y las BR, que se proclaman como internacionalistas y vanguardia de choque del proletariado, respectivamente. Todas ellas buscaban provocar la lucha y la insurgencia popular con su actividad. La izquierda radical de Europa occidental, a pesar de las diferencias que pudieran tener con las organizaciones armadas, miraba con simpatía, y hasta admiración en muchos casos, a las organizaciones implicadas en dicha lucha. Existía un mito considerable de la lucha armada, tal vez por la existencia también de abundantes luchas guerrilleras de liberación nacional en el “Tercer Mundo” en dicha época. En particular en América Latina, donde hasta los 80 se desarrollan múltiples experiencias guerrilleras de lucha antiimperialista (el fin exitoso de ese ciclo sería la revolución sandinista, 1979). Y su icono fue el Ché Guevara. Muchas de estas expresiones armadas contaban con el apoyo directo o indirecto de la URSS, y de otros países del llamado “socialismo real” (entre ellos, Cuba).

            Los 70, y primeros 80, serían los “años de plomo” de la represión estatal en Europa occidental contra la lucha armada, pero también contra todo el importante movimiento antagonista que se movía contra el Estado y el capitalismo de la época, en fuerte crisis por aquel entonces. El caso de Italia es paradigmático, pues con el pretexto de la lucha contra las Brigadas Rojas, se arrasa y se criminaliza a toda una generación de activistas, y se descabeza a un enorme movimiento social antagonista. Las garantías del Estado de Derecho y las libertades sufren un serio quebranto, bajo la excusa de la lucha contra el terrorismo. El “Estado Social” que había surgido tras la Segunda Guerra Mundial, se endurece bruscamente, pues era demasiado “democrático”, sobre todo allí donde operaban las principales organizaciones de lucha armada (Alemania Occidental, Italia, Gran Bretaña). La lucha “antiterrorista” ayuda a legitimar de cara a la opinión pública este endurecimiento que iba mucho más allá de la represión contra las organizaciones armadas. Sin embargo, esta reflexión parecía un anatema formularla, pues se decía, que en cualquier caso ese endurecimiento hubiera tenido lugar. Sí, por supuesto, pero hubiese sido mucho más difícil implementarlo. Y este endurecimiento se va extendiendo poco a poco por toda Europa occidental, aunque con diferentes ritmos.

            En el Estado español íbamos un poco más desfasados en ese ciclo, pues el Franquismo fenecía de muerte natural, y una inmensa energía social de nuevo poder constituyente emergía con una fuerte ansia y voluntad de cambio. Y los poderes establecidos, que se ven obligados a “refundarse” (en continuidad), se dedican a encauzarla poco a poco hacia las instituciones de la democracia representativa. Esta tarea no fue fácil para ellos y llevaría años domesticar y desarticular el antagonismo social, pero se vio ayudada también por la irrupción del modelo consumista desde mediados de los 80, y la individualización de la dinámica social promovida por la Aldea Global y la postmodernidad. Sin embargo, en la transición política la lucha por las libertades consigue una amnistía para los presos políticos, incluidos los de ETA, y los postulados de la lucha nacionalista emancipadora logran alcanzar un eco notable en la izquierda de todo el Estado español. Al mismo tiempo, se establecen fuertes lazos entre el Movimiento de Liberación Nacional Vasco –MLNV- y la izquierda radical de la época en todo el territorio estatal. En esos años ETA, y el MLNV, cosechaban además múltiples simpatías y apoyos en la izquierda más consecuente de toda Europa occidental, y en muchas partes del mundo, especialmente en América Latina. ETA decide continuar con la lucha armada después de que la Constitución Española -1978-, aprobada sin legitimidad en Euskadi, pues tan sólo un 30% del censo electoral votó “SÍ”, dejara sin resolver el conflicto político vasco; aunque posteriormente el Estatuto de Gernika (apoyado por el PNV, y en el que se abría la posibilidad a una futura incorporación de Navarra, si así se refrendaba conjuntamente) cosechó una mayoría raspada, con el 53% de votos afirmativos de las personas con derecho a voto. Y tras una fuerte escalada de atentados contra las instituciones garantes del orden público y político del Estado, y en especial contra el Ejército español, se llega al intento del golpe de Estado de 1981, de donde sale una democracia endurecida (“Pacto del Capó”), al tiempo que se ingresa por la puerta de atrás en la OTAN, previo a la llegada de Felipe González al gobierno.

La crisis de la lucha armada (emancipadora) en “Europa”, y en el mundo.

            La RAF y las Brigadas Rojas, sin apoyo social tras ellas, son desarboladas por la represión estatal en los 80, aunque no desaparecerán formalmente hasta los noventa. El comunicado de disolución de la RAF es un interesante y valiente documento de autocrítica sobre los límites de la lucha armada en Europa occidental, y del camino sin salida al que habían llegado. Algo así ocurrió en sectores de las Brigadas Rojas, además del fenómeno de los arrepentidos que incitó, explotó y manipuló el Estado. Eran los noventa, cuando predominaba en el mundo la “globalización feliz”, tras la caída del Muro, las “revoluciones de terciopelo” en el Este, y el colapso de la URSS. La quiebra del llamado “socialismo real” se llevaría también por delante una gran parte de las luchas guerrilleras en América Latina, especialmente en Centroamérica, donde se entra en los llamados “procesos de paz”, en el nuevo capitalismo unipolar comandado por la hiperpotencia estadounidense. EEUU también promueve estos cambios, y la vuelta a las “democracias” en América Latina, después del ciclo de dictaduras militares que había fomentado previamente, y que habían logrado sentar las nuevas bases para la globalización neoliberal en la región, arrasando con gran parte de las organizaciones armadas existentes (aunque bajo cuerda continua en muchos casos impulsando la “guerra sucia”). Las luchas guerrilleras en este nuevo contexto entran en general en una profunda crisis de identidad y legitimidad <!--[if !supportFootnotes]--> [3] <!--[endif]--> , y además muchas de ellas pierden su apoyo externo. De ahí su aceptación también de los “procesos de paz”.

            Mientras tanto, en España, el idilio entre la izquierda radical y el mundo de ETA se rompe tras el tremendo atentado de Hipercor en Barcelona -1987- (mucho antes se había producido un distanciamiento muy claro, tajante, de la izquierda institucional), y a partir de ahí dicha relación entra en una creciente barrena debido a la actividad armada cada día más indiscriminada de la organización. Asimismo, el brutal atentado en el barrio obrero de Vallecas -1995-, y los asesinatos de Yoyes -1986- y sobre todo de Miguel Ángel Blanco -1997-, serían hitos claves también de este enorme deterioro de la imagen de ETA en una izquierda radical de viejo cuño que entraba también en una profunda crisis, al tiempo que surgían nuevos movimientos sociales alternativos (okupación, insumisión, etc.) que se distancian cada vez más del mito de la lucha armada, y van ampliando su crítica a la nueva deriva de ETA. Eso incide decisivamente en la voladura de los puentes del MLNV con la izquierda más consecuente del Estado, al tiempo que se acentúa aún más la dependencia de la izquierda abertzale de todas las locuras que acomete la organización armada, incapaz de distanciarse mínimamente de la tutela de ETA, lo que facilita su demonización mediática y erosiona muy gravemente la legitimidad de sus demandas fuera de Euskadi. El asesinato de Miguel Ángel Blanco va a marcar también un antes y un después en la criminalización mediática de la izquierda abertzale, y no sólo de ETA. Toda la potencia del manejo de los poderosos medios de comunicación se pone al servicio de generar y visualizar una vinculación y asimilación creciente entre Herri Batasuna y ETA, lo que a su vez redunda en una aún mayor pérdida de apoyos en el resto del Estado.

            Pero esta pérdida de apoyos a escala estatal parece que no le importa a la izquierda abertzale, debido al chovinismo nacionalista de muchos de sus dirigentes, y al menosprecio que tales cuadros manifiestan hacia lo que acontece del Ebro para abajo. La lucha contra el Estado español parece que se plantea como una lucha contra la (pluralidad de la) sociedad española, fuera de las nacionalidades históricas, y aún dentro de éstas. Todo ello va a permitir que el peso de la represión estatal caiga con enorme fuerza sobre ella sin suscitar prácticamente solidaridad a escala estatal (sobre todo cuando se encarcela a la cúpula de Herri Batasuna, en 1998), al tiempo que se van reforzando las posturas y los discursos más “españolistas”. Pero como suscitar la simpatía en el resto del Estado español hacia las demandas vascas parecía que no valía la pena, que no tenía importancia estratégica, pues “palante” con los faroles, caiga quien caiga. Y además, el endurecimiento estatal que todo ello conlleva, y que se legitima en nombre de la lucha contra el terrorismo, va a ayudar a los poderes fácticos a utilizar la legislación de excepción también contra los movimientos sociales antagonistas, dentro y fuera de Euskadi. A este respecto, dentro de Euskadi se da una considerable movilización social fuera del mundo de la izquierda abertzal (sectores autónomos, libertarios, gaztetxes, movimientos de mujeres, rock radikal vasco), que sufre también muy especialmente la represión estatal en dicho territorio.

            Mientras tanto, en los noventa, el estallido de la ex-Yugoslavia en múltiples y muy graves conflictos nacionalistas interétnicos, así como la irrupción o reaparición de los nacionalismos de derecha y ultraderecha en Europa occidental, hacen que las reivindicaciones nacionalistas pierdan halo emancipador y legitimidad en Europa occidental, al tiempo que se avanza hacia sociedades cada vez más cosmopolitas y multiculturales. En este contexto, el IRA apuesta por el abandono de la lucha armada, desde mediados de los noventa, y entra en un proceso de negociación que duraría años. Una negociación muy compleja pero que goza del apoyo de importantes actores externos, incluido el EEUU de Clinton y el gobierno irlandés, que se desarrolla sin utilización partidista por parte de los principales partidos británicos, y que además pilotaba con mano firme el Sinn Fein. Era éste el que tenía una importante iniciativa en el proceso, no tanto el IRA, a pesar de los episodios turbulentos que tuvo que sortear la rama política (atentado en la City de Londres), y sobre todo los ocasionados por algunas de sus escisiones (la masacre del atentado de Omagh, por parte del “IRA-auténtico”). Aun así, los objetivos pragmáticos que se pretendían alcanzar quedan bastantes de ellos por el camino, y eso que el Sinn Fein es un movimiento político de gran implantación social (mucho mayor que Batasuna), y que contaba con esa situación favorable y los apoyos externos mencionados. La decisión del IRA agudiza la crisis de la lucha armada en Europa occidental, convirtiéndose ya en una crisis terminal. No en vano el IRA era el principal grupo, con mucho, que se había embarcado en ella. Igualmente, la expansión del desorden de la conflictividad armada no antagonista a escala mundial (crimen organizado y mafias de todo tipo, narcotráfico, señores de la guerra en “Estados fallidos”, etc.) erosiona también la imagen y la épica de la lucha armada.

            Pero el mito de la lucha armada se evapora definitivamente en los sectores sociales emancipadores más activos, con la irrupción en escena del llamado movimiento antiglobalización, que enlaza con los nuevos contenidos y formas de la lucha zapatista. Una organización armada que intenta “mandar obedeciendo”, y de autodefensa, que no pega tiros, que se retira rápidamente de la primera línea tras su irrupción en enero de 1994, dejando el protagonismo a las estructuras civiles, y con un discurso de extracción indígena pero muy universal y rupturista al mismo tiempo; y que por ello consigue una enorme repercusión mundial, aparte de ocasionar un verdadero terremoto político en México, en donde cultiva y mantiene una relación intensa con la gran diversidad de expresiones antagonistas que allí se manifiestan, y es más, que sale de Chiapas a conocerlas y a intercambiar experiencias de luchas con ellas (“La Otra Campaña” es un muy buen ejemplo de ello). El nuevo movimiento global, enormemente plural, se basa sobre todo en la desobediencia civil y la no violencia activa, como mejor forma de desenmascarar la violencia estructural (en ascenso) de los Estados, y de ganarse para su causa a amplios sectores de la sociedad. Más tarde, la irrupción de los Foros Sociales Mundiales, y los Foros Sociales Regionales planetarios, acentuaría esa dinámica, y en ellos los representantes del MLNV se ven cada vez más incapaces de suscitar atención hacia sus discursos, aparte de cosechar crecientes críticas por su seguidismo con la lucha armada de ETA.

ETA cada día más sola y cuestionada, y cada vez más funcional a los intereses del poder

             Esta situación de desprestigio internacional de la actividad de ETA se acentúa después del 11-S, por el creciente rechazo desde los sectores emancipadores al militarismo y “policialización” en ascenso al que nos conduce el “Choque de Civilizaciones”, al que nos quieren llevar las fuerzas del “Bien” y del “Mal”. Además, las fuerzas del “Mal”, con el megaatentado de las Torres Gemelas, y las acciones tremendas y espectaculares posteriores, dejan empequeñecido hasta límites que rozan lo ridículo la política y la capacidad de “socializar el sufrimiento” de ETA, que había vuelto a la lucha armada con ese lema tras romper la tregua anterior (1999), tras el Pacto de Lizarra, iniciándose una aguda escisión entre nacionalistas y no nacionalistas. Pero el poder letal nihilista que le da al llamado “terrorismo islámico” su capacidad de autoinmolarse, hace que los gudaris de ETA parezcan a su lado “hermanitas de la caridad” metidas a matones, al tiempo que se encumbra como máximo icono mediático de la lucha armada no el Ché, sino Bin Laden.

            La tregua de finales de los noventa había despertado importantes expectativas en todo el Estado, y por supuesto en Euskadi, permitiendo a la izquierda abertzale ampliar sensiblemente su esfera de influencia (creación de Euskal Herritarrok -EH-, y gran éxito electoral subsiguiente). Pero la vuelta a la actividad armada de ETA, nunca explicada, matando ahora a cargos electos del PP y del PSOE, sume en una crisis importante a la izquierda abertzale (fin de EH, -re-creación de Batasuna), provoca una fuerte caída de votos, y se producen las primeras deserciones de ese mundo (Aralar), que son ampliamente criticadas desde su interior. Es más, parece como si estos abandonos se convirtieran en muchos casos en el enemigo principal a batir. Mientras tanto, la capacidad del nuevo PP, con mayoría absoluta (¿hasta qué punto la vuelta a la actividad armada de ETA contribuyó a este resultado?), para endurecer aún mucho más el aparato del Estado, y para magnificar mediáticamente, hasta extremos inconcebibles, el mensaje “antiterrorista”, le permite la aplicación con renombrada legitimidad social de una de las legislaciones de excepción más restrictivas de Europa, al tiempo que le posibilita acentuar un mensaje “españolista” cada vez más rancio, que va calando cada día más en el cuerpo social. Y una gran parte de la opinión pública cada vez está más de acuerdo con el “a por ellos” del PP, y con el endurecimiento de las penas (cumplimiento íntegro de las mismas), que acaba afectando a toda la población carcelaria (más de 60.000 presos “comunes”). En este nuevo marco, la actuación del Estado sobre la izquierda abertzale se recrudece, al tiempo que el poder judicial aplica la doctrina Garzón, que permite criminalizarla bajo el lema “todo es ETA”. Y, adicionalmente, la creación y manipulación de organizaciones de víctimas del terrorismo, echa aún más leña al fuego en todo este aquelarre de linchamiento social del mundo abertzale. 

            La España de Aznar se va a convertir en el país líder de la legislación represiva a escala europea, y además ésta va a contar con el apoyo del PSOE (Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, Ley de Partidos)(2000), que teme quedarse atrás en esta carrera, y que se le pueda escapar gran parte del voto de las clases medias del mismo Ebro para abajo, donde se pierden o se ganan las elecciones a escala estatal. A partir de ahí, se ilegaliza Batasuna (2002) sin excesivos problemas de “orden público” en los territorios vascos, y con muy escasas muestras de solidaridad en el resto del Estado, salvo la denuncias puntuales que pueden (podemos) hacer “cuatro locos”. Lo que ocurre en Euskadi cada vez trae más al pairo al resto de lo que se mueve emancipadoramente a escala estatal, que además sufre en sus propias carnes un marco legislativo y policial cada vez más represivo. Es más, se vincula a sectores del movimiento de okupación en Cataluña con la organización ETA, a través de la figura “colaboración con banda armada”, y lo mismo acontece en otros casos. Más tarde, tras el 11-S, el gobierno español va a cumplir un papel decisivo a escala comunitaria para impulsar el endurecimiento de la legislación antiterrorista de toda la Unión, que bajo el pretexto de la lucha contra el “terror” va a dotar a los Estados de un nuevo elenco de instrumentos represivos contra los movimientos sociales emancipadores, y contra la inmigración. Este nuevo marco va a permitir declarar a Batasuna organización “terrorista” a escala de la Unión, lo que va a secar un importante caledero de apoyos institucionales para los pretendidos objetivos de la izquierda abertzale. Se acabó su presencia en Bruselas. Y ya tiene a toda la Eurocámara en contra. Además, Aznar logra introducir dentro del proyecto de Constitución Europea no solamente todo el nuevo marco represivo, que se comunitariza por primera vez en la historia de la Unión en dicho texto, sino la futura intangibilidad de las fronteras de los Estados, poniendo aún más difícil la resolución del conflicto político vasco.

 El “alto el fuego permanente”, la parálisis institucional y el gran fiasco del 30-D

                        En marzo de 2006, ETA anunciaba un “alto el fuego permanente”, que despertó unas enormes expectativas de paz, y que fue posible por el cambio de coyuntura política creada a nivel estatal tras la llegada de Zapatero al gobierno el 14-M. El macroatentado del 11-M, que causó casi 200 víctimas y miles de heridos (¡eso sí que es capacidad de “socializar el sufrimiento”!), tuvo al menos el efecto colateral positivo de la reacción ciudadana, y la pérdida del gobierno del PP por intentar atribuir el atentado a ETA, manipulando a la opinión pública. Pero el tiro le salió por la culata, provocando una verdadera rebelión ciudadana en todo el Estado (incluido del Ebro para abajo, ese espacio tan poco valorado para los procesos de cambio en Euskal Herria). El 13-M miles de personas salieron a la calle en muchas ciudades españolas, en especial en Madrid, exigiendo “¡Queremos saber la verdad!” y “¡Mañana votamos, mañana les echamos!” Y el 14-M una participación electoral excepcional echó al PP de la Moncloa. El PP no le ha perdonado al PSOE esta victoria, a su juicio desleal y no democrática (pues cuanto menos se vote, más democrática parece que es una elección, según Génova). Y desde entonces no ha hecho sino difundir mediáticamente teorías conspirativas acerca de una fantasiosa vinculación ETA-AL QAEDA, que han ido arraigando cada vez más entre su electorado más fiel (al que se le moviliza ahora también para “saber la verdad”), y que más allá de él está contribuyendo también a desprestigiar adicionalmente la lucha armada de ETA y por extensión al mundo de la izquierda abertzale. Seguramente el próximo juicio sobre el 11-M profundizará en esta ceremonia de la confusión, e industrialización de la mentira.

            El nuevo ejecutivo del PSOE posibilitó en 2005 el acuerdo parlamentario sobre un fin negociado con ETA, en ausencia de violencia, que abriría la puerta al comunicado de la organización de marzo pasado. Pero la actitud del PP, tras un momento de parálisis inicial, por la muy positiva reacción ciudadana al comunicado, ha sido de un acoso increíble e in crescendo al gobierno (jaleado también por una muy importante movilización de toda la derecha sociológica, bajo el lema “En mi nombre NO”, impulsada por la AVT, El Mundo y la COPE). Lo cual  provocó una creciente parálisis en el ejecutivo. El resultado fue que éste no adoptó ninguna medida significativa para la resolución del conflicto, si bien parece que se habían iniciado ciertos contactos entre las partes implicadas, que sufrieron entorpecimientos internos por el orden de los factores. Es decir, mesa de partidos (y en concreto, debate sobre “territorialidad” y “derecho a decidir”) versus diálogo gobierno-ETA. Pero ello redundó en que ni se tomó ninguna mínima medida para el acercamiento de los presos por parte del gobierno (es más, éste se jactó públicamente de haberse movido menos que el gobierno Aznar), ni se inició la mesa de partidos en Euskadi, y además han seguido durante todo este tiempo los juicios contra el entorno abertzale (macrosumario 18/98 –y más-; una verdadera aberración jurídica, que vulnera además derechos civiles y políticos), así como la criminalización y persecución de Batasuna, aparte de detenciones ocasionales de miembros de ETA. El poder judicial, en gran medida tomado por la derecha, ha contribuido decisivamente a ello, aplicando sin contemplaciones el entramado jurídico de excepción de la última etapa de Aznar, la doctrina Garzón, y el endurecimiento de las penas aprobado (doctrina “Parot” y caso De Juana Chaos). Por otro lado, el apoyo al “proceso de paz” de los sectores de la llamada sociedad civil fue en general muy débil en todo el Estado, y hasta difícil de expresar en el propio Euskadi, en donde cabe destacar el papel jugado por la iniciativa de Voces de Mujeres por la Paz (Ahotsak) en este periodo. Una iniciativa muy plural e interesante de mujeres destacadas de todo el abanico político-sindical, al que se habían sumado recientemente mujeres del movimiento feminista en Euskadi, y de la que tan solo están ausentes las mujeres del PP.

            En estas circunstancias, ETA y el propio entorno abertzale, o los sectores más “duros” dentro de ellos, fueron tensando la cuerda (tiros al aire en actos públicos por parte de encapuchados, robo de pistolas, desplantes de Txapote, kale borroka), con métodos que no provocan precisamente apoyo social, y que proporcionan más munición a la estrategia rupturista de la derecha. La ausencia de visión política de estos actos fue tan total, que el robo de pistolas tuvo lugar justo antes de que el Parlamento Europeo votara la proposición socialista a favor del “proceso de paz”, y estuvo a punto de perderse a causa de ello. El resultado final de este crescendo fue el atentado de ETA del 30-D, totalmente imprevisto por todas las partes implicadas, incluidos el gobierno y la propia izquierda abertzale. Una vez más, como desde la primera ruptura de la tregua de Argel (1989), y en la ruptura de Lizarra (1999), la rama militar se imponía sin contemplaciones al movimiento político de la izquierda abertzale. ETA ha demostrado con esta acción no solo una tremenda miopía política, sino que Batasuna le trae sin cuidado. Es más, en este periodo ETA ha estado haciendo recriminaciones y ataques públicamente a la izquierda abertzale por la conducción del proceso, cuando ésta sufre la situación en carne propia; así como ha criticado a los que en izquierda abertzale critican el tutelaje de ETA. Y lo peor es que Batasuna ha sido incapaz hasta muy recientemente de tener una posición mínimamente autónoma, y atreverse a levantar algún pero a la rama militar. Era verdaderamente patético, los primeros días después del atentado, constatar cómo los representantes de la izquierda abertzale manifestaban públicamente que esperaban como agua de mayo el comunicado de ETA (¡para ver qué hacer!). Además, en una especie de círculo vicioso, la ilegalidad de Batasuna refuerza a ETA, dificultando aún mucho más todo el proceso de diálogo y de salida negociada al conflicto. Lo contrario que en Irlanda del Norte.

            En definitiva, “cuatro jóvenes iluminados”, muy probablemente varones e inflamados de testotesrona, parece que arrinconaron a las posiciones más “políticas” y con experiencia dentro de ETA, e hicieron posible la comisión del atentado. Una auténtica sinrazón. ETA cada vez más se está convirtiendo en un grupo totalmente aislado de la realidad que la circunda, en el que la permanencia del grupo parece que se convierte en un fin en sí mismo. Sus integrantes se consideran héroes o mártires, de una causa por encima del bien y del mal, por el sagrado bien de Euskal Herria, que les da patente de corso para cualquier cosa. Pero lo que es más grave, sus decisiones están condicionando el funcionamiento de toda la izquierda abertzale (con un núcleo principal de unos 150.000 votantes), y de todo lo que acontece a escala estatal.  El ataque a ETA se está convirtiendo en el elemento central de toda la estrategia del PP, una estrategia cuasigolpista, que va buscando un cambio profundo en la gobernabilidad del Estado español, basado la creación de un “Estado fuerte” (más “fuerte” y centralista aún) que se sustente y legitime en la gestión de la “guerra civil molar y molecular” (que el mismo impulsa). Es decir, de la guerra de todos contra todos entre los de abajo (agudización de los conflictos interterritoriales, criminalización y persecución del “otro”, guerra contra la pobreza, etc.), y en el objetivo de represión y descabezamiento de los sectores más concienciados y activos, con el fin de que no se cuestionen las relaciones de poder, sino es más, para que se refuercen hasta límites difícilmente de imaginar, impidiendo cualquier tipo de cambio.

            De hecho, ante el brutal atentado del 30-D el terrorismo ha pasado a ocupar otra vez el frontispicio de la preocupación ciudadana, como consecuencia de la borrachera mediática al respecto a la que estamos sometidos. Y la “opinión pública(da)” demanda más seguridad, exigiendo todavía más policías. A la gente se la induce a buscar más protección recurriendo al Estado. Y los grandes partidos desprestigiados por los escándalos urbanísticos y la especulación inmobiliaria (sobre todo el PP), recuperan de esta forma gran parte de su credibilidad perdida respecto a sus respectivas clientelas electorales. Toda esta situación acalla y oculta los graves problemas sociales, territoriales y medioambientales que se dan a lo largo y a lo ancho del Estado español, y ya sólo se habla de ETA. ETA pueda estar contenta. Es más, estará encantada. O los sectores mencionados dentro de ella. Sin embargo, la imagen de ETA ha quedado hecha añicos en América Latina, tras la muerte de dos inmigrantes ecuatorianos, y de cara a los más de cuatro millones de inmigrantes en el Estado español, al tiempo que se instala el “todos contra ETA”, que la organización armada se ha ganado a pulso.

            Pero ETA no sólo está ya demonizada en el conjunto de la sociedad española, sino que empieza a estar cada vez más cuestionada en sus propios mundos. Tanto dentro de la izquierda abertzale, como en el colectivo de presos, y sus familiares, y parece que se manifiestan importantes tensiones también dentro de la propia organización. Es sólo cuestión de tiempo, y poco, para que esa ahora falsa unidad estalle. Lo cual tendría una repercusión muy grave para sus propios objetivos. De hecho, la está teniendo ya. Si se divide la izquierda abertzale, lo más probable si ETA continúa en sus trece, dejará de haber un interlocutor político válido, y será aún mucho más difícil negociar y arañar reivindicaciones al Estado. Y el estallido de la unidad del colectivo de presos puede propiciar salidas del tipo “sálvese quien pueda”, algo totalmente humano, máxime en estas circunstancias, que serán a buen seguro explotadas por el Estado.

El fin de ETA es ineluctable, y ella misma debería ser consciente de ello y reaccionar

            ETA cada vez lo tiene peor, a pesar de que amenace al Estado con volver a atentar si no se cumplen sus exigencias; aunque eso sí, manifieste al mismo tiempo que sigue el vigente el “alto el fuego permanente” decretado en marzo de 2006. Todo un sarcasmo, que ha forzado a Otegui a decir que el mundo de la izquierda abertzale estaba confundido y necesitaba un periodo de “reflexión”. El único “distanciamiento” de ETA formulado hasta ahora por la izquierda abertzale, y no sin divisiones internas. Pero ETA está derrotada políticamente ya, a pesar de que haya sido capaz de realizar el mayor atentado de su historia, en términos de destrozo y coste económico infligido al Estado. Una verdadera paradoja. Por eso decimos que ETA es un verdadero muerto viviente, aunque quizás tarde todavía un tiempo en desaparecer, el único camino que le queda. Pero parece que por el momento se resiste a ello, y que no da signos de lucidez para no arrastrar consigo (hacia el abismo) a los demás.

            ETA nació para potenciar las demandas independentistas de sectores importantes de la sociedad vasca en los sesenta, en un momento de fuerte represión franquista, al tiempo que se articulaba un muy potente movimiento social de izquierda abertzale, fuertemente interrelacionado con ella. Pero hoy en día la organización armada se ha convertido en la rémora más importante para dicho movimiento, aparte de que la sociedad vasca se ha transformado profundamente. No sólo se ha incrementado en este tiempo de forma importante la población del resto del Estado viviendo en Euskadi, mientras que ciertos sectores de tercera edad euskaldunes se han retirado a pasar sus últimos años al Mediterráneo (en concreto a Benidorm, entre otros enclaves), sino que en los últimos años una considerable comunidad inmigrante ha pasado a afincarse en las tierras vascas, cambiando aún más los equilibrios entre comunidades. Al mismo tiempo, se han transformado en estos años los valores y actitudes de la sociedad vasca en general, al igual que en España y en el mundo entero, en paralelo con los procesos de “globalización-europeización” del capital, que han modificado sustancialmente también el papel del Estado-nación. Se dan dos dinámicas distintas y paralelas al mismo tiempo. Por un lado, un proceso de “cosmopolitanización” de las clases medias, así como un reforzamiento y enrocamiento de las señas de identidad de los sectores más afectados por las dinámicas de “globalización-europeización”. Por otro lado, el Estado-nación, por así decir, se transnacionaliza en parte en el marco de la Unión Europea, si bien en el mundo post-11-S, de la “globalización armada”, ve reforzado su papel de garante del orden interno, lo que también se reconoce en la futura Constitución Europea. Es decir, vemos cómo se refuerza su “cara dura”, al tiempo que se va desprendiendo de su “cara blanda” (el “Estado social”), como resultado de las políticas neoliberales.

            En este nuevo contexto, ETA debería saber desaparecer con dignidad, jugando las poquísimas bazas políticas que todavía le quedan, y reconociendo su enorme debilidad real actual. Además, ETA está fuertemente acosada policial y judicialmente, y se han acabado ya hace tiempo los santuarios desde donde operaba, sobre todo en el Estado francés, pero también en otros países del mundo, en concreto en América Latina. Es mejor que sea ETA la que tome la iniciativa de su autodisolución, no que se vea obligada a hacerlo por la represión estatal, es decir, por eso que eufemísticamente se llama “la actuación del Estado de derecho”, y/o por la conjunción de las circunstancias crecientemente adversas para ella que se dan. Es más, de no hacerlo así, cada vez va a poder conseguir menos por colgar las armas. Y de persistir en su trayectoria actual lo más seguro es que entre en un proceso de “grapización”, sin apoyo social, ni siquiera de sus círculos hasta ahora más cercanos, que le impida hasta negociar la salida para sus presos. ETA se ha convertido ya, sin quererlo, en el “tonto útil”, en la excusa perfecta, que utilizan las estructuras de poder español para justificar su creciente endurecimiento, en esta especie de Estado de excepción que se va instalando a escala planetaria en el marco de la guerra global permanente contra el “terrorismo”. Y Euskadi, en concreto, se convierte en un laboratorio represivo de primer orden, a escala de la Unión, para probar la nueva legislación de excepción. Una UE implicada en la violación de derechos humanos, como ha demostrado el “escándalo” de los vuelos de la CIA. La actuación de la propia Ertzaintza así lo atestigua, y no sólo la de los cuerpos represivos del Estado (policía nacional, guardia civil), o de sus aparatos judiciales. Finalmente, ETA debería ser capaz, en un movimiento valiente por su parte, de reconocer el dolor causado a sus víctimas, sobre todo a las “colaterales”, pero también a todas ellas. Sería un acto de grandeza humana. Así como debería saber reconocer sus propios errores, haciendo un balance político crítico de sus cuarenta años de existencia. Esa sería una muestra de audacia y una manera de saber afrontar la cruda realidad, para iniciar de la mejor forma posible otro camino.

            Por otro lado, el mundo de la izquierda abertzale debería distanciarse claramente de ETA, atreverse a volar solo sin la dependencia continua y el tutelaje de la organización armada, y sus sectores juveniles valorar la idoneidad o validez de tácticas como la Kale Borroka, basada en quemar autobuses públicos, estaciones ferroviarias, cabinas telefónicas, o cajeros automáticos que ponen en peligro edificios completos, como forma (quizás muy “masculina”) de dar salida a la rabia acumulada. Esta forma de lucha no hace sino desprestigiar su imagen, pues se utiliza por las estructuras de poder como un boomerang (mediático) contra ella, sin aportar nada a los objetivos que pretende. Existe una enorme variedad de formas de lucha de desobediencia civil que pueden conseguir trasladar de una manera más incisiva, eficaz y positiva sus demandas a la sociedad vasca y estatal. En su día lo vimos claramente con el movimiento de insumisión, o con el  movimiento okupa, y ahora más recientemente lo hemos presenciado con ocasión de la iniciativa en Francia de los Hijos de Don Quijote. Al Estado se le tiene que poner en la tesitura de desprestigiarse por la represión que ejercita, no al contrario. Es tal vez la forma más efectiva de desenmascararlo. En los últimos años Euskadi ha pasado de situarse en la punta de lanza de la movilización ciudadana a escala estatal, a entrar en un ciclo de lucha en gran medida estéril, y pobre en contenidos, que se mueve en la noria sin fin de la acción-represión-acción, con cada vez menor capacidad de arrastre, incidencia y sobre todo aceptación social. Si bien cabe destacar la campaña de la Plataforma 18/98 + de Euskadi, de solidaridad y apoyo a los encausados, que ha sido verdaderamente ejemplar de nuevas formas de hacer política, muy plural y desbordando los límites de la izquierda abertzales, como el caso requería, así como la recogida de las autoinculpaciones que ha promovido, todo lo cual ha tenido una amplia repercusión político-social.

            Indudablemente, el nuevo escenario creado por la bomba en la T 4 ha influido en las últimas medidas estatales, tales como la sentencia del Supremo declarando organización “terrorista” a la rama juvenil de la izquierda abertzale (una decisión tomada por tres votos contra dos), lo que puede reforzar temporalmente a los sectores más “duros” e “intransigentes”; si bien la entrega de los 19 de Segi, ha sido una muestra dura y dolorosa, pero valiente, de otras formas de hacer política (en las actuales circunstancias), y ha tenido una gran repercusión mediática. Igualmente, las duras peticiones del fiscal en el caso del macrosumario 18/98, han sido también muy probablemente consecuencia del nuevo clima sociopolítico tras el atentado de Barajas, lo que pone aún más difícil el llamado “proceso de paz”. Y el atentado del 30-D está haciendo asimismo todavía más complicada la legalización de la izquierda abertzale de cara a las próximas elecciones municipales. Por otro lado, si se da un posible fin abrupto de De Juana Chaos, el tensionamiento político sería enorme (es por eso que el Estado hace todo lo posible por mantenerlo forzosamente con vida contra su voluntad), pero es preciso mantener la cabeza fría ante dichos escenarios, para no complicar adicionalmente las salidas al conflicto vasco, sobre todo porque la estrategia de acoso de la derecha se ha disparado sin límite en este último periodo.

            La manifestación del día 3 de febrero en Madrid ha marcado un verdadero hito en dicha estrategia, habiendo ganado la calle mediante la utilización de las víctimas, la política “antiterrorista” y la bandera nacional. La movilización fue mayor que la del día 13 de enero (la convocada por los sindicatos y fuerzas de izquierda), si bien no de forma significativa. Los lemas esgrimidos son bien ilustrativos del nuevo clima: “Por la libertad, derrotemos a ETA, no a la negociación”, así como el desmarque tajante de la “paz” en el comunicado de cierre de la manifestación. Se trata pues de derrotar a ETA, y todo lo que ello conlleva. Además, ya se entrelaza el “A por ellos”, con el “oé, oé, oé” de las grandes choques futbolísticos, lo que inflama aún más a una hinchada plagada de símbolos patrios, y hasta se utiliza el himno nacional para clausurar el acto. Pero el objetivo es llegar de esta manera a centenares de miles de personas, pues esta mezcla de política espectáculo rastrera, mezclada con el deporte de masas por excelencia, es un cóctel explosivo de enorme impacto en una sociedad acomodada y anestesiada, que se es capaz de movilizarse masivamente, p.e., para asistir a la presentación en sociedad del nuevo coche de Fernando Alonso (más de 100.000 personas recientemente en Valencia). Está visto que el PP va a utilizar a ETA, y a la política antiterrorista, entendida por supuesto en sentido amplio (¡todos los que cuestionemos el orden vigente podemos llegar a ser terroristas!), para recuperar el poder, y tratar de imponer el nuevo orden que pretende. Como le gritan sus huestes a Zapatero: “entraste por Atocha, y saldrás por Barajas”. Y en ese nuevo orden que se avizora en sus planteamientos, para nada se vislumbra una salida al conflicto vasco, es más se utilizará éste también, y fundamentalmente, para auparse al poder, e imponer nuevas y aún más duras formas dominio. Es preciso pues parar esta deriva.

            ¿Y ahora qué podemos hacer nosotros?¿Cómo hacemos para caminar hacia otros mundos posibles?

             Estamos en un mundo que se está cayendo ya literalmente a cachos, y en el cual las estructuras de poder a escala mundial parece que nos quieren conducir a una guerra civil global, al tiempo que van asentando formas de gobernabilidad cada vez más autoritarias, como forma de garantizar (vanamente) su dominio. Lo estamos viendo claramente en estos últimos tiempos en Oriente Próximo y Medio, así como en otras partes del mundo, mientras nos llevan imparablemente hacia el “Choque de Civilizaciones”, pues no en vano más de dos terceras partes del petróleo mundial está bajo suelo islámico. Y aquí en el Estado español la derecha del PP está apostando claramente por esa opción. Está jugando de esa forma tal vez previendo que pueda producirse un cambio brusco de escenario económico y mundial (pinchazo de la burbuja inmobiliaria, subida acusada de los precios del petróleo, caída fuerte del crecimiento, crisis del dólar, posible ataque a Irán, guerra total en Oriente Próximo y Medio, etc.), en este capitalismo global energívoro, mafioso, especulativo y de expropiación en el que estamos instalados, uno de cuyos “paraísos” es el Estado español. Y la excusa perfecta es la “gran amenaza terrorista de ETA”, así como el tensionamiento social e interterritorial que impulsa a todos los niveles (una vez más lo estamos viendo estos días con el recurso de inconstitucionalidad del Estatuto de Cataluña), y que puede ir a más en el futuro si no reaccionamos. Da verdadero miedo observar a dónde nos puede conducir esta dinámica en la que se está instalando la vida política española. Es por eso por lo que acontezca en Euskadi para nada nos es ajeno al conjunto del Estado español, y menos a los sectores emancipadores que buscamos un cambio en las relaciones de poder existentes, y un cambio de modelo de productivo y de sociedad, hacia formas más justas y sostenibles.

            Es preciso pues que nos impliquemos en impulsar el llamado “proceso de paz” en Euskadi, y que no dejemos el mismo al albur de los partidos políticos y las instituciones del Estado. Es más, es perentorio que presionemos sobre ellos, para lograr no solo la “paz”, sino que no se acabe convirtiendo ésta en una segunda Transición, que afiance las estructuras de poder existentes, y coarten las dinámicas de cambio social que laten en Euskadi. Es fundamental que volvamos a reconstruir los puentes rotos entre los movimientos sociales de Euskadi y del resto del Estado. Es urgente activar a la llamada sociedad civil en todo el Estado para impulsar un proceso en ese sentido. Es perentorio introducir estos temas en las distintas agendas de lucha, desde las movilizaciones por una vivienda digna y el contra el desmadre territorial, a las de denuncia de la deuda externa y por la solidaridad internacional, pasando por los conflictos laborales, el rechazo a la guerra global permanente, o las demandas feministas, por mencionar solo unos cuantos frentes de lucha. Y algo así parece que está ocurriendo poco a poco, en especial en Euskadi. Ese es quizás el aspecto más positivo que está aconteciendo en estas últimas semanas, cuando parece que los sectores emancipadores más activos de la sociedad están reaccionando ante toda esta sinrazón. El atentado del 30-D curiosamente está contribuyendo a ello. Mucha gente de bien está verdaderamente harta, y tiene ganas de hacer algo para buscar una salida a toda esta demencia.

            En Euskadi ha surgido una iniciativa ciudadana muy plural, Milakabilaka (algo así como “miles de personas buscando una salida”), que se ha empezado ya a movilizar para presionar a favor de un proceso de diálogo y paz. La iniciativa Ahotsak, que hasta ahora tenía un carácter más bien elitista, se está retomando a escala local por mujeres de todo tipo para presionar en el mismo sentido, manifestando que el 30-D no es el camino. Pero también profesores universitarios del país vasco (Elkarbide) se han lanzado en la misma línea. Y otros ciudadanos euskaldunes se han propuesto reunirse en círculo, alrededor de un árbol, una tradición muy de la tierra, para ver cómo pueden abordar el futuro de su territorio. Hasta parte del mundo del derecho se ha puesto en funcionamiento con una iniciativa jurídica por el Proceso de Paz (también en Cataluña). ETA está consiguiendo, sin pretenderlo, que se active la sociedad civil, y en todas estas iniciativas palpita un profundo rechazo a las dinámicas militaristas y vanguardistas de la lucha armada. La gente, y muy en concreto las mujeres, quieren recobrar el protagonismo que le quitan los partidos, las instituciones, las estructuras de poder patriarcal y los “salvapatrias”, y quieren participar directamente en la conformación de su futuro.

            Pero en el resto del Estado, muy poco a poco, todavía, también está ocurriendo algo así. Eso se pudo observar en la manifestación del 13 de enero en Madrid, cuando mucha gente se sentía identificada con la pegatina que repartían colectivos de la Red por las Libertades y el Diálogo de Madrid, con el lema “Por la Paz y el Diálogo. En mi nombre SÍ”, pues no se sentían identificados con la mera denuncia del “terrorismo”. En Cataluña se ha activado a raíz también del 30-D la campaña “Sí al procès de pau”, en la que participan más de cien organizaciones ciudadanas. Y en otras zonas del Estado empieza a surgir un cierto interés de empezar a caminar por las mismas vías. Pero es preciso hacer más, mucho, mucho, más, para promover la participación ciudadana en el apoyo al “proceso de paz”, aparte de en la defensa colectiva de los derechos y libertades, cada día más vulnerados. Por el bien de todos y todas. Y así, podremos impulsar, continuar y reforzar los procesos de cambio del mundo, y del Estado español en concreto, sin tomar el poder, sino forzando a éste a transformarse de manera emancipadora. En definitiva, deconstruyendo el Estado, avanzando en la resolución dialogada y no violenta de los conflictos, y alcanzando nuevas estructuras institucionales, más horizontales, democráticas y participativas, al tiempo (y en paralelo) que vamos transformando la sociedad hacia modelos más equitativos, antipatriarcales y en paz con el planeta. Es una tarea urgente y cada vez necesaria ante la previsible crisis y colapso generalizado del capitalismo global actual (crisis energética mundial por el inicio del fin de la era de los combustibles fósiles, estrategias crecientes de guerra centros-periferias e intercapitalistas, y agudización del cambio climático en marcha). 

                                                                                                                                                                Madrid, febrero, 2007

                    Ramón Fernández Durán.
                   
      (Miembro de Ecologistas en Acción.)

PD: Han quedado a buen seguro muchas cosas por tratar en torno a este complejísimo tema: las raíces históricas del conflicto político-territorial, su desarrollo en el tiempo, su enconamiento durante el Franquismo, tras la Guerra Civil, el recurso a la tortura en muchas ocasiones por parte del Estado, incluso durante la democracia, la vulneración continua de derechos básicos, incluido el uso de la propia lengua, el terrorismo de Estado de los GAL durante el gobierno de Felipe González, el cómo y por qué fracasaron las negociaciones ETA-Estado en las anteriores treguas, lo novedoso de la propuesta de Anoeta formulada por Batasuna, las nuevas propuestas que en la actualidad (en estos días) hace la izquierda abertzale para superar el conflicto, que enlazan con las vías abiertas en el propio Estatuto de Gernika, etc., etc., etc.

Y en definitiva el inmenso dolor acumulado en torno a la evolución de este conflicto a todos los niveles, y en todos los ámbitos, fundamentalmente “nacionalistas”, y en concreto de la izquierda abertzale, pero también “no nacionalistas”. Sé que quizás es simplificador lo que he expuesto, y puede que muy osadas las formulaciones que he planteado. Si es así, me excuso a posteriori por ello, y por algunas expresiones utilizadas que pudieran llegar a ser ofensivas para ciertas sensibilidades, si bien me reafirmo en el contenido básico de lo expresado. Quiero decir que es un texto que me ha costado mucho ultimar, por la misma complejidad y conflictividad del tema expuesto, pero es una cuestión que nos afecta a tod@s, cuya solución depende de tod@s y que tod@s tenemos que posicionarnos en torno al mismo.

Es por eso por lo que me he animado a sacar estas reflexiones atrevidas a la luz pública. Finalmente quería decir que este texto me ha salido muy de dentro, pues es un tema que he vivido con especial intensidad y emotividad a lo largo de estos ya cuarenta años de conflicto armado, que han transcurrido (y todavía perduran) durante mi existencia vital, aunque siempre lo haya experimentado desde la distancia al residir fuera de Euskadi, pero también desde el conocimiento más o menos directo que me ha proporcionado el tener múltiples contactos con personas de allí a las que quiero, admiro y respeto profundamente. Espero pues que estas líneas puedan ayudar a fomentar un debate absolutamente necesario para la resolución del llamado conflicto vasco.

1--Me he animado a hacer públicas estas reflexiones, que me llevan rondando desde hace tiempo, ante el brutal e injustificable atentado de ETA del 30-D, y ante la gravedad de lo que está sucediendo en la vida política española. Espero que estas reflexiones puedan contribuir, junto con muchas otras que están surgiendo en estas semanas, a impulsar debates y prácticas que ayuden a desatascar el llamado conflicto vasco, para poder transitar hacia nuevas horizontes emancipadores de transformación político-social. Las reflexiones que se vierten en este escrito son indudablemente francas, y pueden considerarse duras u osadas por parte de algunos sectores, pues hay temas espinosos sobre los que hasta ahora se ha preferido en general no entrar públicamente. Un espeso velo de silencio se cernía de forma mayoritaria en torno a su tratamiento, hacia fuera, en los sectores emancipadores más activos del Estado español, si bien internamente la reflexión crítica en torno a ETA hoy en día es ampliamente generalizada. Pero la cruda realidad pienso que es preciso encararla de frente, y públicamente, no podemos ya ocultar ni enmascarar determinadas cuestiones, pues nos va mucho en ello. Además estas reflexiones están hechas desde la firme voluntad de intentar ayudar en el llamado “proceso de paz”, y por alguien que desde hace años mantiene fuertes contactos personales con gentes de Euskadi, y está implicado en la actualidad en la Red por las Libertades y el Diálogo de Madrid. Por último, agradezco los comentarios que me han formulado a este texto diversas personas, entre ellas algunas de Euskadi que sufren en sus propias carnes y en las de sus allegados la actuación del “Estado de derecho”, si bien la responsabilidad del contenido y el tono del mismo son exclusivamente míos.

Esta supuesta “democracia” del Estado del Bienestar era por cierto tan solo aparente, pero sí es verdad que los equilibrios institucionales y los derechos y libertades alcanzados hacían difícil, o mejor dicho complicaban, una actitud abiertamente represiva del Estado contra los brotes y dinámicas antagonistas.

De hecho todavía perviven en Colombia y México, principalmente, aunque con considerables procesos degenerativos en muchas de ellas.

El atentado de Hipercor segó la vida a 21 personas, y ocasionó 45 heridos.

El atentado de Vallecas costaría la vida a seis trabajadores, y heridas a 17 personas.

Que han sido los principales impulsores de procesos tan importantes como la oposición al TAV, la lucha contra el pantano de Itoiz, o la defensa en su día del gaztetxe de Iruña.

Militarización de fronteras, lucha contra el enemigo interior (el “otro”).

Condena de 12 años adicionales por un delito de opinión (artículos de prensa), una vez cumplida legalmente la pena impuesta. Es a partir de ese momento que De Juana decide iniciar una huelga de hambre, que interrumpió en un momento determinado, y que ha retomado ya hace casi 100 días. El Estado ha intervenido violentando la voluntad del preso, obligando a la alimentación forzada y vejatoria del mismo.

Dicho movimiento consiguió hace unos años una enorme victoria política, la abolición de la conscripción, mientras que en Euskadi los sectores juveniles de la izquierda abertzale gritaban 'la mili, con los milis'.
(Los 'milis' son ETA Militar en el lenguaje 'abertzale' . Nota de la Redacción.

Liderazgos en Aldeamoret

Articulo de Juan Jesús Tato, miembro de la Asociación Socio-Cultural “Aldea Moret” y del Foro Social de Cáceres.
Cuando en una asociación se llega a una conclusión, casi unánime, en la que se define como principal representante del grupo al presidente, cuando esto sucede, es porque algo puede mejorar en el seno de dicho grupo.  Presidente, VicePresidente, Secretario y Tesorero, son palabras anacrónicas que pesan como una losa en las asociaciones de Aldea Moret. Las asociaciones de Aldea Moret siempre han tenido la mala costumbre de adorar a un presidente y éste siempre ha recogido de alguna manera lo bueno pero también lo malo. Y lo malo, suele ser malísimo: cuando el presidente no responde a las expectativas de la junta directiva (esta es otra palabra que detesto), ésta, lo echa y hace circular por el barrio la leyenda negra de la persona derrocada.

En este sentido, la Plataforma Vecinal “Aldea Moret” fue muy avanzada en sus planteamientos. Una vez vista la necesidad de formalizar la plataforma, en sus estatutos nunca apareció la palabra presidente o vicepresidente. En lugar de estas palabras, se incluyeron portavoz y viceportavoz. Ya no había que seguir las directrices de un presidente o de un vicepresidente. Aún así se dieron las críticas cuando llegó el momento de los cambios. La diferencia: no había que criticar a un presidente. Las críticas se repartían y a todo el mundo le tocó algo, lo cual es lógico, ya que todos nos equivocamos. Desde un principio se supo delegar y repartir tareas. Era un trabajo, con sus aciertos y errores, horizontal.

Observando lo que ocurre en el resto de la ciudad, nos encontramos con lo siguiente: Plataforma Ciudadana En Defensa de la Ribera del Marco: sin estatutos, desde sus inicios han contado con un portavoz; Foro Social de Cáceres “Otro Mundo Es Posible”: se decidió formalizar el foro, se elaboraron unos estatutos que todavía no están registrados. En el momento de la cumplimentación de los estatutos, nadie quería ocupar los cargos. Una vez cubiertos, a día de hoy, no se sabe quién los ocupa. El foro social nunca ha recibido una subvención y lleva ya una década trabajando en Cáceres (los estatutos sirven para pedir subvenciones, a parte de eso, para poco más); Asamblea Popular Vivienda Digna-Cáceres: no hay estatutos y sí, varios portavoces que van rotando; Coordinadora Ciudadana Por la Libertad de Expresión: siempre se ha caracterizado por el reparto de tareas y sólo en su primera etapa, tuvo varios portavoces.

Generalmente, en Aldea Moret, las personas que “más trabajan” (todas las personas por muy pequeña que parezca su implicación son fundamentales en un grupo social) y “más se implican” suelen ser las personas que ostentan alguno de los cargos (presidente, vicepresidente, secretario…). Esta implicación y ganas de trabajar, prácticamente se te impone y te la impones desde el día en que decides ocupar alguno de los cargos mencionados. En Aldea Moret existe una necesidad de tener a una persona al frente de la asociación. Si se te ocurre levantar la mano el día de reparto de los cargos, desde ese día, tendrás que cubrir las expectativas que todos han depositado en ti. Hay cierta necesidad de poner a la cabeza a una persona concreta. Ésta suele ser el presidente. Y se supone, no sé porqué, que el presidente debe ser el principal representante de la asociación. Pero no es tan sencillo el mundo de los liderazgos. A veces se dan casos en el que dos o tres personas son las que hacen y deshacen, es decir, que llevan el ritmo de la asociación. Al cabo de dos años, te puedes encontrar que la prensa está saturada. Tú cara ha salido tantas veces que la prensa lo centra todo en ti. Para los periodistas es más fácil tener a un único interlocutor que a varios. En el fondo la prensa se alimenta de la realidad: buscan a una persona, a aquella persona que ostenta el “preciado” cargo de presidente. La prensa, en general, tampoco entiende que lo importante en el movimiento social no son ni los presidentes ni los secretarios, sino el grupo de personas que, de manera anónima, luchan por el barrio.

Es necesario ser consciente de los problemas que acarrean los liderazgos. En el fondo el problema no está en las palabras y sí, cuando nos escudamos en ellas para limitar nuestro compromiso (“eso es cosa del principal responsable”) o para extralimitarnos en nuestras “funciones” (“hacer una asociación a mi imagen y semejanza que para eso tengo un cargo importante”). De esto se deduce que nuestros roles tiene que ser estrictamente funcionales y no jerárquicos ni de mando.

Teniendo siendo presente que somos un grupo y que trabajamos de manera horizontal, debemos trabajar de manera horizontal, creyendo en las personas del grupo, en sus capacidades.

Teniendo presente que lo nuestro es acción social y no hacemos política. El mundo de la política no es un buen ejemplo ni referente para nuestro trabajo horizontal (la política está llena de palabras malsonantes: disciplina de partido; presidente…). Podemos ser amigos de concejales y políticos en la calle. Podemos tener más o menos simpatía con personas concretas de la política. Pero a la hora de actuar, cada uno tiene que hacerlo por su cuenta. Es la única manera de preservar nuestra independencia. La lucha social y la política (la que se hace, por ejemplo, en los plenos de espalda a los ciudadanos) son incompatibles.

Teniendo presente que nuestro lugar está en la calle y que sólo, un grupo unido y motivado y que se crea lo que hace, podrá seguir avanzando y obteniendo logros. (tenemos que creer en nuestra conciencia de grupo en el que todos tenemos que ser capaces de echarnos la mano unos a otros).

Teniendo en cuenta todo esto, el liderazgo es algo que no nos debería preocupar. Y menos, esas palabras dignas del trabajo vertical que caracterizan a las organizaciones políticas.

¿“ORDENANZAS MUNICIPALES PARA LA CONVIVENCIA”? (Apuntes para una reflexión)

Articulo de Opinion de Emilo F. Rivas

Este artículo pretende aportar algunas reflexiones sobre las “Ordenanzas Municipales...” que, con diferentes nombres, buscan regular aspectos relacionados con la convivencia ciudadana y otros.

Parte para ello del proyecto elaborado para Cáceres por el Ayuntamiento de esta ciudad. Proyecto que, entendemos, no es un fenómeno que convenga analizar de manera aislada.

Esta ideas surgen del debate grupal que los hombres y mujeres de diferentes colectivos y asociaciones, organizados en la “Coordinadora por la Libertad de Expresión, hemos llevado a cabo en el marco de la campaña contra la Ordenanza.

La “Ordenanza Municipal reguladora de la convivencia y de la protección del entorno urbano” , aprobada recientemente, el Ayuntamiento de Cáceres aglutina en un solo texto una serie de medidas (sobre el ruido, la limpieza, la protección del patrimonio, residuo sólidos, vertido de escombros, etc) regulados con anterioridad, muchos de las cuales han pasado desapercibidos con frecuencia en lo que a su cumplimiento se refiere. Hasta aquí, quizá, no habría mucho que decir, excepto preguntarse qué sentido tiene volver a ordenar lo ya ordenado.

Ocurre que, de rondón, se han colado una serie de artículos que consideramos lesivos de derechos ciudadanos.

Los ejemplos de conculcación de esos derechos son variados. Baste, como muestra, algunos de los más significativos. Es el caso de los Art. 10, 11 y 12 en los que se prohíben todo tipo de pintadas, inscripciones... grafismos; rótulos... pegatinas y papeles pegados... sobre cualquier bien, instalación o lugar público o privado que, previamente, en el Art. 2 y el 10 se detallan con profusión obsesiva. Se prohíbe también el reparto de octavillas, folletos o similares de propaganda e información... colocación de carteles y pancartas.... Todo ello “sin la previa autorización municipal”.

Por otra parte, en relación con la “Responsabilidad” por las infracciones, además de referencias específicas en el articulado, existe un artículo general, el Art. 31, en cuyo apartado 3, se cita como responsables no sólo a quien individualmente cometa la infracción si no que lo serán también “las personas físicas o jurídicas sobre las que recaiga el deber de prevenir las infracciones...”

Por si ejemplos como los anteriores fueran poco, en el Art. 14 se exige el pago de una fianza previa a la realización de “actividades de concurrencia pública... dentro del recinto o espacio autorizado...”

Mención a parte merecería cuestiones como la conversión de cualquier comerciante ido ciudadano en vigilante ido delator de los infractores (Art. 15 y 39) o la cuantía desorbitada de las multas (Titulo III) en el país europeo con mayor nivel de empleo precario y en una de las regiones con más paro de todo el Estado.

Estos, junto algunos otros artículos, configuran el núcleo duro del Proyecto.

La idea que tenían en un principio era aprobarlo durante las vacaciones de navidad del 2005.

La “Coordinadora por la Libertad de Expresión” se crea con el objetivo de hacer frente a la Ordenanza, en primer lugar dando a conocer su contenido por medio de diferentes acciones en la calle, reuniones abiertas, asambleas públicas y mediante artículos y cartas al director en uno de los periódicos locales.

Hemos pretendido con ello compensar la opacidad informativa del Ayuntamiento y provocar un debate en la opinión pública, a la vez que exponer nuestro punto de vista contrario al proyecto, el cual, si bien puede afectar a todos los ciudadanos y ciudadanas, representa una mordaza especialmente dañina para los pequeños colectivos y organizaciones que verían limitados sus ya de por sí escasas posibilidades de expresión. Colectivos y asociaciones que, por pertenecer al campo del “pensamiento crítico”, de facto se convertirán en los destinatarios principales de la Ordenanza.

Breve resumen de una lucha

En la oposición que la “Coordinadora por la Libertad de Expresión” de Cáceres viene llevando a cabo, extraemos algunas conclusiones.

Hay que empezar por decir que no está siendo una lucha fácil. Fenómenos como el “botellón” y costumbres festivas similares, han pendido de continuo determinando actitudes cuando menos de pasividad ante nuestros planeamientos. Tampoco nos ayuda nada la propia complejidad de la Ordenanza, al integrar en un texto artículos que podrían ser aceptables con otros verdaderamente inquietantes. Así y todo, hemos obtenido algún fruto.

Se ha logrado romper la opacidad haciendo que se hable del asunto. Conseguir este logro no es poco en un Ayuntamiento gobernado por el PP y para un proyecto que también sostiene el PSOE.

No obstante, el trabajo llevado a cabo por la Coordinadora en este tema en concreto, coyunturas específicas locales, como el encadenamiento de otros conflictos y luchas que, a nivel regional y local, han supuesto un despunte interesante de los movimientos sociales y, sin duda, la relativa cercanía de las elecciones municipales, han permitido que, en sucesivas revisiones hayamos podido modificar algunos de los artículos. El resultado, sin embargo no es positivo pues, finalmente, se mantiene lo que venimos considerando como el núcleo duro.

Sería demasiado complejo analizar aquí las causas, pero está claro que una lucha como esta, minoritaria, al alargarse tanto en el tiempo ( factor que las Administraciones son expertas en gestionar cuando de dilatar se trata) y no ser la única que los colectivos llevamos adelante, ha adolecido (adolece) de falta de ritmo, de manera que se ha hecho muy complicado mantener la tensión necesaria a lo largo de los meses, lo que no es excusa para reconocer, que, en el tramo final, la movilización y la contrainformación, nuestras armas, decrecieron de forma notable. Además, caímos en la ingenuidad de creer que las correcciones que el Ayuntamiento aceptó en su momento, en las tres comisiones en las que se trató el tema y que anulaban los aspectos más autoritarios, se aprobarían en el Pleno. No ha ocurrido así.

Desde el punto de vista de nuestra práctica interna, la pluralidad, la apertura a cualquiera que compartiera la motivación central de oposición al Proyecto, hizo posible que tuviéramos la flexibilidad necesaria para compaginar radicalidad y pragmatismo y acertar con el tono que a la vez que nos posibilitaba concertar apoyos, no generaba excesivo rechazo en sectores sociales contrarios.

En la lucha contra la Ordenanza, por otra parte, ha sido importante el hecho de que personas y grupos procedentes de diferentes culturas políticas debatiéramos abiertamente sobre su contenido, definiéramos objetivos, acordáramos estrategias, compartiéramos tareas. La complicidad que hemos establecido a lo largo de estos meses, es el logro más importante de cara al futuro.

Más allá de las particularidades de este conflicto local, pensamos que la Ordenanza trasciende ese ámbito. Por un lado, sigue la estela de las aprobadas en otras ciudades: Valladolid (de la que Cáceres es un calco) Barcelona, Madrid... y las que se vayan apuntando. Por el otro, todas tienen lugar en un contexto político de organización del Estado en el cual el poder municipal va tomando cada vez un mayor protagonismo (en relación con las demás administraciones) en la atención integral (?) de las necesidades de los habitantes de las ciudades.

Ordenanzas y Globalización

¿Cabría situar a la Ordenanza (las Ordenanzas), con la ración de “seguridad” y “orden” de la que se acompaña, en la órbita de la “Globalización”?.

Pensamos que, sin ser una consecuencia directa, los rasgos más restrictivos en lo que respecta a derechos y libertades y el discurso conceptual de fondo, permitirían establecer esa relación. Este conjunto ordenancista vendría a situarse, objetivamente, en la vertiente municipal del entramado de respuestas con las que los diversos poderes intentan gestionar las consecuencias negativas que el fenómeno de la “Globalización” provoca en muchos sectores sociales.

M. Vázquez Montalbán solía hablar de “globalizadores / globalizados”. La expresión, que podría parecer simplista, probablemente tiene la virtud de resumir, con ironía, la esencia de las relaciones económicas en el capitalismo actual. Pero, sobre todo, puede evidenciar bien lo que sucede en relación con la creación de códigos de cultura y transmisión de valores. ¿Podría ser en esta vertiente en la que, sin entrar en la parte económica (otra vía de financiación para los Ayuntamientos), las Ordenanzas cumplieran su función?

Situadas en ese marco, convendría reseñar, con mucha brevedad, algunas esferas en las que se reflejan los efectos que el Capitalismo ha producido, y los que, en su forma actual, la Globalización, continua produciendo. Los ámbitos de análisis serían numerosos. Se selecciona la esfera del Trabajo por razones obvias. En cuanto a la Enseñanza, continua siendo (junto a la generalización de los medios audiovisuales) un factor central en la configuración de las sociedades y en la generación de ideología.

Estos aspectos y alguna otra referencia pueden ayudar a situar el contexto en el que surgen las Ordenanzas.

En lo que atañe al mundo del Trabajo, hace décadas que el movimiento obrero está en retroceso y dividido. El presente se caracteriza por la flexibilización, la precariedad, las deslocalizaciones... componentes de la llamada Globalización que, en paralelo, se acompaña de beneficios de escándalo para las grandes compañías y los bancos, la extensión de paraísos fiscales, etc.

Es constatable, así mismo, cómo ha ido desapareciendo la vieja Cultura Obrera, en la misma medida en que iba languideciendo el eje que la sostenía, el “Apoyo Mutuo”. No es este el lugar para analizar las causas pero hay un aspecto, al menos, que no podemos obviar: los nuevos modelos y prácticas sindicales, se han visto incapaces para combinar el sindicalismo combativo con un sindicalismo (necesario) de servicios. En nombre de la “ética de la responsabilidad” (“concertación”, “consenso”) han dejado de lado la “ética de las convicciones”. Y, en paralelo al discurso de la “modernización”, han interiorizado la “competitividad” como valor.

Si nos queda “el optimismo de la voluntad” es por ese archipiélago que van tejiendo los múltiples y variados focos de resistencia que, de forma organizada y/o dispersa, intentan responder a los nuevos modos de producción-explotación y a la dictadura del mercado.

En el terreno de la Educación, la Escuela Pública ( que en nuestro país tiene una historia particular), aún está por dar con las respuestas adecuadas a las necesidades de una sociedad cada vez más compleja. Hacia ella se dirigen una parte importante de las demandas, buscando fórmulas que las familias y otras instituciones o han perdido o las que tienen ya no les sirven, olvidando que la Escuela es parte de esa sociedad en crisis. Las expectativas no cumplidas se convierten en frustración y en escasa valoración social. Así que, lo que debería ser un espacio para la convivencia y el conocimiento, en el que se sentaran las bases de una ciudadanía crítica, resulta ser, en general, y con numerosos conflictos, un lugar donde se va a estudiar y a tener “recogidos” a nuestros hijos e hijas.

Las reformas recientes y las adaptaciones que se están elaborando (Proyecto Bolonia) buscan integrar todos los planes de estudios a nivel europeo. El cuestionamiento que se hace desde los sectores más críticos se fundamenta en la convicción de que, congruente con el modelo actual de Europa, se pretende adaptar las Enseñanzas a las nuevas exigencias del mercado.

Visto desde esta perspectiva, la Ciudad se convierte en el espacio-tiempo social por excelencia, en el que las personas podrían establecer relaciones autónomas y libres. Espacio de espacios, físico y simbólico, en la Ciudad convergen todas las luchas emancipatorias. De algún modo se podría decir que, expulsados hace décadas del espacio“Fábrica” y con la “Escuela” buscándose a sí misma, nos quedaría la “Ciudad” como trama de posibilidades de comunicación y expresión, de acuerdos y conflictos, de diálogo y de antagonismos. Las Ordenanzas, actuando como cortafuegos, tenderían a cortocircuitar la expresión de esas energías.

Nuestras ciudades son, cada vez más, un todo extremadamente variado, siempre cambiante, con frecuencia caótico, que requiere continuas adaptaciones entre sus habitantes y en la interacción Administración – ciudadan@s. En ellas confluyen los vectores y fuerzas del conjunto “trabajo, educación, y ocio” que llevan la marca de la Globalización. Esa marca se caracteriza por la manipulación de las necesidades y el refuerzo de estereotipos, promoviendo la uniformidad y la atomización social.

Sobre esa base, la identidad de las personas y los grupos se construye en una dirección de más consumidor / menos ciudadano, menos sujeto crítico y responsable.

Conocemos las dificultades con las que los Ayuntamientos se enfrentan para atender el día a día de los municipios: urbanismo, medio ambiente, servicios públicos, cultura, juventud... Nos repiten que, a esa escala, sólo existen soluciones técnicas, “profesionales”. Pero sabemos que entran en juego opciones sociales y políticas; opciones, también, ideológicas. Y es en ese aspecto en el que nos parece que las Ordenanzas cumplirían, más allá de lo estrictamente represivo, su papel central.

En última instancia, se puede decir que las Ordenanzas nos confrontan con un modelo de ciudad que, ante el binomio seguridad – libertad, priorizan la seguridad.

No se puede obviar cuánto ha influido en la necesidad global de la seguridad, el factor de los atentados terroristas de los últimos años. No es el único elemento determinante. Existen otros fenómenos delictivos a diferente escala y de envergadura diversa; fenómenos cercanos y ligados a la experiencia cotidiana de la gente de los que no vamos a tratar aquí pero que, sin duda, contribuyen a engrosar las experiencias de inseguridad. Lo anterior no nos impide destacar el shock colectivo que, en algunos casos, el terrorismo ha ocasionado. Y aún menos el nivel de sufrimiento que ha supuesto para las víctimas; en especial para ellas. Pero no es menos cierto que, siendo un motivo, es también la excusa por la que los Estados, sobre todo algunos Estados y sus gobiernos, han creado verdaderos arsenales legislativos.

Al amparo de esa realidad, convenientemente adobado por campañas diarias y masivas de comunicación, el miedo se acaba haciendo difuso para pasar a convertirse en miedo al otro”. La consecuencia inmediata es que, a la sombra de la vigilancia contraterrorista, otras esferas de la vida civil, de la libertades, pueden verse amenazadas, mientras que la inercia del miedo ( y la pasividad) impide responder al autoritarismo de los Estados en cualquiera de los niveles que lo conforman.

¿No cabe interpretar así, por ejemplo, el “proyecto de ley contra el gamberrismo” que, impulsado por Tony Blair, entró en vigor mientras se discutía la nueva Ley de Prevención del Terrorismo en Inglaterra ?.

Se dirá que ese no es el caso del 11-M en España. Al contrario, después del atentado, el PP fue expulsado del poder. Cierto. Pero, curiosamente, pocos meses después de las concentraciones en torno a sus sedes, durante la noche de la llamada “jornada de reflexión”, se aprueba en Valladolid la primera “Ordenanza municipal...” ¿Es una casualidad?.

Si este análisis resulta acertado, bien podríamos extraer la conclusión de que las “Ordenanzas...” que se han aprobado en nuestras ciudades, son un instrumento de CONTROL SOCIAL .

A vueltas con el Consenso

Uno de los efectos más interesantes que el trabajo de estos meses ha producido ha sido que, periódicamente, el Ayuntamiento tuviera que salir a la palestra a dar explicaciones. Seguimos en ello y confiamos que, al retomar la movilización con la presencia de la Coordinadora en la calle, sigamos forzando esas comparecencias. Pero interesa que nos detengamos un momento en lo acontecido. En una de esas intervenciones, tras anunciar los (primeros) cambios, el concejal se sintió obligado a añadir, que ellos no habían “consensuado” nada con la Coordinadora. Queremos resaltar este hecho porque: 1) qué pudo motivar esa necesidad de justificación; 2) qué término empleó y 3) qué sentido podía tener su uso, son cuestiones que pueden dar pistas sobre una forma (extendida) de entender la política y por dónde pueden ir las alternativas.

1) A la primera cuestión se podría responder que lo que motivó la justificación de la autoridad es el tener que verse obligada a oír a un grupo de ciudadanos en la comisión correspondiente, en la que defendimos nuestros planteamientos. Importa resaltar el apoyo del único concejal de IU y que, previamente, la Coordinadora se pudo reunir con él y con el PSOE. Ese es el hecho: un grupo de ciudadanos decide utilizar los mecanismos existente para ser escuchados, libremente y sin posturas pactadas.

2) Para tapar esa evidencia, y por si no quedaba claro que no había habido negociaciones, nada mejor que utilizar la palabra tótem por excelencia de nuestros políticos: el “Consenso”. “No hemos consensuado nada con ellos” resulta, así, un modo de auto investirse de credibilidad.

3) La otra función que cumple el empleo de la palabra fetiche es devaluar aquella reunión y desvalorizar a la Coordinadora. Parece como si lo que estuviera en juego fuera la REPRESENTACIÓN. ¿O la representación (política) entendida como un coto?.

A veces pequeñas luchas tienen la virtud de poner el dedo en la llaga: Les preocupa la PARTICIPACIÓN. Formas de participación que no puedan instrumentalizar. Se diría que la demanda de más democracia es percibida por el poder como una amenaza. Si esto es así, ¿no será porque la política se ha convertido en una forma de oligarquía?.

Deberían tranquilizarse. Abrir sendas para una “democracia participativa” no debería suponer ningún riesgo para la “democracia representativa”. El resultado es más democracia. Son las concepciones y los hábitos endogámicos lo que contribuye a su deterioro.

¿Nueva Derecha? O la reinvención del populismo frente al vacío de la izquierda

Artículo de EMMANUEL RODRÍGUEZ E HIBAI ARBIDE publicado en el nº 72 de Archipiélago

Nuestra historia podría empezar quizá con una narración casi epopéyica sobre un vasto movimiento de tierras que amenaza con remover la historia. Y La emergencia de un nuevo movimiento político del que apenas podemos describir la fórmula: una combinación de innovación y conservadurismo, de agresividad rupturista y apelación a valores de rancio olor caduco. Este movimiento, que aspira a constituirse en un polo hegemónico de la política de nuestro tiempo, puede ser nombrado por convención -y sólo por esto- como Nueva Derecha (a partir de ahora, ND), designando así un conglomerado histórico que inaugurara quizá el reaganismo en Estados Unidos y el thatcherismo en Europa, pero que sin duda tiene prolongaciones tan diversas y complejas como las que corresponden a los movimientos sísmicos que mueven las placas tectónicas.

 

EMMANUEL RODRÍGUEZ E HIBAI ARBIDE | 15 12 2006

El argumento -tan previsible como eficaz- que normalmente se vierte para explicar el irresistible ascenso de la derecha renovada es que su poder se debe menos a la instauración de una máquina demoledora de toda resistencia que, en primera instancia, a su capacidad para generar adhesiones y producir medios de subjetivación que hacen de la ND algo “más popular” que la izquierda. Por eso es mucho más conveniente hablar del ascenso de una nueva hegemonía, en términos de Gramsci (constelación de poderes y de ideas capaz de presentarse como interés general), e intentar comprender la química de este nuevo bloque de alianzas, que reutilizar los viejos clichés izquierdistas sobre la estulticia del pueblo, la alienación generalizada o un subrepticio fascismo de masas. La voluntad hegemónica se manifiesta fundamentalmente en relación y en contra de las derechas clásicas, por medio del desmarque de la extrema derecha de corte netamente fascista y de la democracia cristiana, a quienes acusa de ser, respectivamente, extremista o pusilánime.

Tres rasgos salientes son inmediatamente reconocibles en la ND:

- En el orden de los discursos y en la tonalidad de las prácticas, la marcada agresividad de la ND. Una ofensiva que hace de la derecha moderada, democristiana, comprometida con el estado social de la década de 1960, un pálido fantasma de otro tiempo, que ciertamente todavía circula como el viejo papel moneda, pero que tiende a desaparecer en el mercado del mainstream. Contra ésta y sus representantes (por ejemplo en España, las líneas políticas de Gallardón, Arenas o Piqué han sido minorizadas tras el ascenso de los neoconservadores Acebes, Zaplana, Aguirre, etc.), la ND, en sus discursos y en sus propuestas, no sólo trata de quebrar el viejo juego de reglas políticas, sino que adopta sin ambages la imagen invertida de la revolución permanente. Escenifica una pieza teatral en la que su papel es el de la vieja fuerza ordenadora en un mundo inestable y amenazado, sometido a terrorismos de enorme ubicuidad y a fuerzas morales perversas (la reintroducción de categorías morales en política es quizá una de las principales innovaciones de las nuevas ideologías conservadoras).

El diagnóstico de la ND sólo puede recetar así una permanente contrarrevolución que trate de restaurar un orden dañado y corrompido (el que se deduce de las crisis derivadas de la reestructuración capitalista de las últimas décadas), que naturalmente exige medidas tan drásticas como la guerra (contra el terrorismo, desde luego, pero también contra la delincuencia, la droga o cualquier elemento susceptible de convertirse en “enemigo interno”) y la autodefensa preventiva (que supone la ruptura de los viejos órdenes jurídicos garantistas y el advenimiento de la policía y las medidas de excepción como norma de gobierno). Contra el pensamiento postmoderno, la ND escenifica una puesta en escena de valores sustantivos, fuertemente morales, en sociedades erosionadas en parte (y ésta es la paradoja) por la propia política desarrollada bajo sus criterios (el neoliberalismo). La ND genera así un curioso círculo virtuoso de autolegitimación.

- En el orden de las percepciones subjetivas (sobre las que se construyen los proyectos de hegemonía), la ND parece representar mejor los problemas de amplios sectores sociales que una izquierda cada vez más autocomplaciente. De hecho, el proyecto neoconservador se construye a partir de la fragilidad y derrota de los movimientos sociales, tanto los tradicionales ligados a la clase obrera como los nuevos protagonizados por minorías, ecologistas, feministas y el amplio elenco de comunidades y formas de vida emergentes de la vasta experimentación del 68 y la contracultura. La izquierda institucional que siguió a esta derrota (muchas veces orquestada con su absoluta complicidad), y que en muchos casos se hizo con el gobierno durante los años 80 y 90, ha utilizado la herencia del 68 como simple recurso ideológico de su propia legitimación.

Numerosos comentaristas y ensayistas repiten que las llamadas élites liberales viven en realidades paralelas, que sus discursos y sus prácticas atraviesan sólo de forma tangencial las preocupaciones y los intereses corrientes y, en general, que este cuerpo social minoritario se ha blindado en un estatuto privilegiado. Una lectura que parece congruente con los análisis que señalan el extremado corporativismo de las burocracias sindicales, la esclerotización del viejo sistema de partidos y la escasa permeabilidad de los medios de comunicación y de sus élites culturales a la emergencia de nuevos fenómenos sociales y políticos. En este contexto, la ND se puede presentar, como antes lo hiciera la izquierda, como adalid del hombre común, de sus expectativas y sobre todo de sus miedos, en un espacio (el viejo espacio de las clases medias y el Estado asistencial) que efectivamente se está desmoronando. Esto es lo que le otorga su carácter populista.

- La ND opera en el contexto de la innovación comunicativa, de la revolución mediática y de la emergencia de nuevas formas de expresión. Su principal audacia consiste en haber entendido esa nueva realidad como oportunidad política, reinventando la publicística como arma de propaganda. De nuevo, la ND aprovecha el contexto de crisis que dejó por un tiempo en la cuneta al proyecto conservador, esto es, la crisis de los sistemas de representación política tradicionales. En cierta medida, en un mundo altamente fragmentado y en el que los viejos grupos sociales y las instituciones que constituían la esfera pública han naufragado definitivamente, el universo mediático se apunta como la única esfera pública tangible, más aún que los sistemas de representación tradicionales: no en vano, en las manifestaciones convocadas por la ND en España no se jalea tanto al PP como a la COPE. La ND (aún en la era Internet y en la pluralidad de voces que se reconocen en ella) explota este universo como medio de comunicación directo con una sociedad que en buena medida carece de espacios autónomos de expresión. Y sobre esta ausencia descubren la comunicación como arte de la performance (en una línea evolutiva de la vieja propaganda) y la retórica como herramienta de construcción de realidad.

Este modelo (radicalidad y moralismo, populismo y nueva inteligencia comunicativa) parece encajar bien en el caso de los neocons estadounidenses o del gobierno Berlusconi, paradigma del uso provechoso de los medios como herramienta de hegemonía política más allá de las mediaciones institucionales y de los mecanismos de representación. Pero, ¿es un modelo de explicación aplicable a algunas de las realidades políticas españolas? O, en otras palabras, ¿existe un campo de innovación de la derecha más allá de la imagen tradicional conservadora, españolista, católica, sociológicamente franquista, de la derecha española?

La respuesta, por paradójica que parezca, es que esta ND, como una específica versión del “vodevil hispano”, existe acá; y que la agresividad de la política de la última legislatura del gobierno Aznar, y sobre todo de los consensos (hasta los atentados del 11-M) que supo generar, ya muy alejados del centrismo de su primera legislatura, en cierto modo es inexplicable sin la incorporación de algunos de los elementos señalados antes.

Sin embargo, la punta de lanza de esta ofensiva se encuentra en la propia esfera comunicativa y no inmediatamente en el medio político convencional: en la emergencia de un conglomerado de medios de comunicación de gran audiencia, promovido por un grupo de periodistas y ensayistas. Este conjunto de periodistas y opinadores profesionales se sitúan a la vanguardia neoconservadora, por delante del PP. De hecho, en ocasiones es el partido quien es utilizado por la ND mediática (invirtiendo el paradigma de la manipulación informativa que la izquierda suele denunciar), aunque habitualmente se puede reconocer una relación simbiótica entre la derecha mediática y su representación partidista. El sector más reconocible, la versión hispana más agresiva si se quiere de la ND, podría englobar a un buen número de sectores del periódico El Mundo, pero desde luego las experiencias más originales e interesantes deberían encontrarse en Libertad Digital, en Radio Intereconomía, en los programas de la COPE y en firmas como Pío Moa, Jiménez Losantos, Gabriel Albiac, César Vidal, Alberto Recarte, etc.

Una evidencia, que sólo en apariencia es sorprendente y señala por sí sola la novedad de la ND, aunque sólo sea en términos sociológicos, es que la mayor parte de sus protagonistas declaran un manifiesto origen izquierdista. Son antiguos tripulantes de las experiencias políticas más extremas de la década de los 70: en este pull amplio de nombres, se reconocen muchos ex maoístas de línea dura, ex leninistas que en los viejos tiempos ejercían un purismo insufrible y libertarios con antiguas posiciones provocadoras, además de un largo etcétera de otras apuestas radicales que llevaron a muchos a justificar el aventurismo armado o incluso a emprender en primera persona algunas de aquellas empresas, hoy tan decididamente “terroristas”.

Uno de los legados vivos de esta herencia es que su estilo de comunicación no es ajeno a algunas tradiciones izquierdistas. Aunque con una retórica exactamente opuesta a la de sus años de juventud, beben de la tradición publicística de la extrema izquierda. En oposición al formalismo informativo de los medios serios, de la distinción entre opinión e información, reinventan el lenguaje periodístico, apuestan sin vergüenza por una comunicación que calcula sus efectos en términos políticos, que decidida y descaradamente quiere producir realidad. A propósito de cada punto central de la agenda del país, despliegan una estrategia comunicativa que busca menos la “verdad”, con toda la parcialidad de la palabra, que aprovechar cualquier oportunidad de manera instrumental y populista para ampliar su influencia y generar una corriente de opinión favorable.

No practican un periodismo de información, y mucho menos de investigación, en el que la interpretación se funda a veces en una ardua acumulación de pruebas y datos. Tampoco buscan un escenario, por aparente que sea, de neutralidad del juicio, contraponiendo posiciones y argumentos. Su voz es declaradamente parcial, la acusación y la denuncia se utilizan como un arma que, a falta de pruebas, trata de producir sospecha sobre los discursos del enemigo. Retórica y simplificación son rasgos clave.

El uso de la soflama, del sarcasmo, la hipérbole permanente respecto a las amenazas, la exaltación en la expresión, la indignación moral, se vuelven moneda corriente en un esquema argumental a veces extremadamente sencillo y pobre, uno de los elementos esenciales de su éxito. Esta actividad comunicativa se comprende mejor en relación con algunos acontecimientos concretos. Por ejemplo, el 11-M, reinterpretado como una suerte de golpe de Estado, es un campo de juego perfecto, en el que se recurre a toda clase de connivencias imposibles y de interpretaciones conspiranoicas. La derecha populista es capaz de afirmar, indistintamente, que la autoría está relacionada con ETA, con la masonería de influencia francesa, con los servicios secretos de Marruecos, con los mandos de la policía y la Guardia Civil, con redes del narcotráfico a pequeña escala... ¡e incluso con la conjunción diabólica de todos ellos! “Buscar la verdad” es el lema, pero lo único realmente importante es desgastar la imagen del PSOE y sugerir que éste llegó al poder de manera ilegítima.

El origen izquierdista de los actores principales de la ND y su actual trayectoria reflejan el tránsito de toda una generación inmersa en los procesos de lucha y politización durante los años 70, que se impregna sucesivamente de la atmósfera de “desencanto” durante los años 80 y más tarde del resentimiento producido por los largos años de gobierno aplastante del PSOE . La destrucción caníbal de la extrema izquierda tras las elecciones del 79, la extrema torpeza del PCE y la fragilidad del desarrollo de IU y, sobre todo, la prepotencia del “socialismo en el gobierno” dieron al traste con la posibilidad de cualquier continuidad política de la experiencia de los años 70.

La propia composición del “bloque hegemónico” durante el gobierno socialista confirma en términos de prestigio y posición económica el vacío político de una parte de la generación que lucha en los 70. En efecto, la expansión de los cargos públicos en el Estado de las autonomías, la consolidación de una élite cultural (esencialmente, en torno a la industria cultural, la expansión de los mass media y la creación de la red de instituciones culturales públicas) y la promoción de pequeños y medianos empresarios a la categoría de proveedores y clientes del Estado (especialmente en la construcción y en el sector financiero) dejaron a un sector no despreciable de ambiciosos “escaladores sociales” y de “intelectuales con pretensiones” en la cuneta de aquellos años “dorados”. Un sector de gente que, por juventud, falta de agilidad a la hora de aprovechar el ascenso institucional del PSOE u honestidad, con carreras vocacionales de escaso rendimiento, en términos de capital simbólico o económico, se quedaron “sin premio” y al margen del clima de optimismo, muchas veces chabacano, de lo que se conoció como los años del “pelotazo”. En ese sector de gente se encuentran muchos de los adalides de la ND y buena parte de su público.

En otras palabras, y aquí se encuentra la clave de la ampliación de su público o de su éxito social, las retóricas de la COPE , Albiac o Intereconomía explotan un determinado “régimen de las pasiones” caracterizado por el resentimiento hacia los “ganadores” de los años 80: por esa razón, el disparo apunta siempre a los lugares comunes del “progresismo” como herencia ideológica de la instauración democrática. Una tarea ciertamente sencilla y que presenta grandes probabilidades de éxito social, porque simplemente desvela la propia mezquindad de la constitución genética de la democracia española.

Igualmente, el ataque al lenguaje “políticamente correcto” defendido por la izquierda se convierte en una tarea de desenmascaramiento del cinismo que esconde. Por el contrario, el uso directo de argumentos homófobos, clasistas o racistas “deja de ocultar la realidad”, “llama a las cosas por su nombre” y expresa lisa y llanamente “lo que muchos piensan y no se atreven a decir”. La superioridad mediática de la ND frente a la cultura “progre” se basa en la sustancia de sus enunciados, por perversos que sean, frente a la retórica vacía y la carcasa liberal de las “clases medias progresistas”, que no alcanzan ni de lejos a hablar al corazón de los efectos sociales de la gran transformación capitalista de las últimas décadas (precarización generalizada de la vida, etc.).

En el terreno de los valores, se repite incansablemente la “fórmula mágica” de que la raíz de todos los problemas sociales se encuentra en los valores permisivos y libertarios de la época licenciosa del 68: en materia educativa, la falta de disciplina y la acomodaticia pasividad social generan la crisis de la escuela; en lo relativo a la familia, la ausencia de valores fuertes, como el compromiso, multiplican los casos de hogares destrozados o “aberraciones” como el matrimonio gay , etc.

Pero es en la lucha contra los nacionalismos menores o “periféricos” donde la ND adquiere una mayor eficacia. Sin disimular un españolismo acérrimo, la crítica se dirige a negar la legitimidad de una situación política dominada por cierto foralismo de nuevo cuño. Implacables contra el etnicismo y las situaciones de privilegio económico y fiscal de las “naciones históricas” frente al resto del país, desvelan toda una trama de clientelas políticas y económicas y la rancia atmósfera cultural promovida por los gobiernos autonómicos. La ampliación de las clientelas políticas, culturales y económicas en torno a las comunidades autónomas fue uno de los pilares constitutivos del “bloque hegemónico” tras la transición española. Paradójicamente, la ND se presenta así como adalid de la España constitucional, rememorando incluso los viejos ideales republicanos de la igualdad ante la ley y de la igualdad de oportunidades de las personas y de las regiones, sin que tristemente nadie parezca oponerles argumentos más fuertes en términos de democracia y de construcción de singularidades lingüísticas y sociales que no se clausuren en realidades exclusivamente identitarias.

La audacia informativa de la ND no se especializa únicamente en los ataques a la izquierda “oficial”. Quizá una de sus mayores provocaciones consista en reformular la posición de la derecha en la historia del país, reivindicando para sí una tradición democrática y liberal que “sólo se vio truncada por la fuerza de la necesidad y el irresuelto golpismo e insurreccionalismo de la izquierda” (que hoy se expresa en los “separatismos”, las “complicidades con el terrorismo”, la legitimación neoestalinista de Castro, Corea del Norte, Sadam, Chávez o Evo Morales -todos juntos, por supuesto, en el mismo paquete). De igual modo, este revisionismo histórico encuentra un campo de expansión inusitado, que aprovecha la propia debilidad de las interpretaciones al uso de las dos grandes bisagras del siglo: la Guerra Civil y la Transición a la democracia. La guerra y la imposición de la dictadura se presentan desde la ND como una respuesta necesaria al golpe “izquierdista” de la revolución del 34 y a la inestabilidad social y política impuesta por las organizaciones de izquierda. Básicamente, atacan la visión liberal republicana o la interpretación historiográfica animada durante la década de 1970 por el izquierdismo más oficial (próximo igualmente al PCE o al PSOE ), que considera el levantamiento como un golpe de estado contra un régimen legítimamente constituido, pero que ignora igualmente la riesgosa e imprudente política de los gobiernos republicanos (una república de “orden”, que pronto consiguió la oposición de los movimientos libertarios pero que a un tiempo abrió todos los frentes sociales: el laicismo, la reforma del ejercito, ciertas medidas antioligárquicas, etc.), el doble juego retórico del PSOE y la UGT (a caballo entre el apoyo a Primo de Rivera y el radicalismo revolucionario, siempre más retórico que real) y, en general, la estrecha identificación de su base social en las clases medias urbanas.

Respecto a la Transición, la ND defiende una línea de continuidad con el franquismo más liberal y “aperturista”, una evolución “natural” del fin del régimen. En cierta medida, se podría decir que el revisionismo histórico de la ND, ciertamente de escasísimo calado científico, pero de enorme éxito social (las pequeñas novelas de Pío Moa y César Vidal se venden por decenas de miles), se construye sobre una base histórica común a cierta izquierda: el olvido, compartido con las versiones “al uso” de la izquierda oficial, de la capacidad constituyente y democrática de los movimientos sociales, banalizados como “antifranquismo universitario” y relegados a un segundo plano ante el savoir faire de las élites políticas conscientes de la oportunidad de negociar. Algo que evidencia, por inconsciente que sea esta omisión, una voluntad de eludir un problema de fondo de la Transición y la democracia: el establecimiento del sistema de partidos pasaba inevitablemente por desactivar los procesos de autonomía y autoorganización que abrieron brechas en el régimen franquista y socializaron una cultura democrática en el sentido más lato del término.

Respecto a si existe un verdadero think tank de la ND española, se puede decir que no se ha traspasado todavía el nivel de la propaganda y la retórica, y que quizá éste no sea uno de sus objetivos. En el terreno teórico no se propone nada innovador: por ejemplo, un marco de reformas políticas que pudiese impulsar inesperadamente un nuevo imaginario político, un proceso de subjetivación inédito como el que en su tiempo representaron el fascismo o las corrientes de la derecha republicana del siglo XIX. Desde luego, la ND española carece de la audacia de los neocons americanos, con su proyecto de reordenación imperial del planeta. De hecho, sus afirmaciones programáticas defienden filiaciones que sólo de forma muy superficial se pueden considerar modernas. El liberalismo de todos (en un sentido que entronca con la tradición liberal doctrinaria española) y el catolicismo de alguno parecen ser elementos que quieren destacar una filiación genética con una tradición política liberal, formalmente democrática, que históricamente tiene expresiones puramente defensivas del statu quo (los largos años de la Restauración monárquica que siguieron a la I República). En este sentido, la reinvención de la tradición liberal que propugnan (véanse el “catolicismo liberal” de Losantos, la declaración de principios de la FAES [1]) se debe ver menos en términos sustantivos o programáticos que como recurso defensivo de lo que ha representado ese liberalismo doctrinario o moderado en la historia del país: la defensa del statu quo social, el conservadurismo político y el reforzamiento del propio bloque hegemónico. Su mejor arma, como hemos explicado, es el populismo: el juego permanente y sistemático de detección y desmantelamiento de los “agujeros” del discurso izquierdista.

Sin demasiada vocación de videntes acerca del futuro de estas formas de expresión populistas, podríamos decir que es más que probable que este discurso haya tocado techo, que su “activismo” no consiga fomentar/redirigir el resentimiento de masas, e incluso que este experimento, que no deja de ser patéticamente primitivo (recursos a un casticismo y un españolismo inveterados, retóricas demasiado retorcidas y conspiranoicas, un sarcasmo fácil y poco inteligente), se agote en sí mismo como resultado de la pérdida de su “efecto de novedad”. Incluso puede ocurrir también que, en su afán por escorar lo más a la derecha posible la representación institucional de la derecha, la ND deje de ser funcional a su polo político, el Partido Popular, y éste se vea en la necesidad de construir una imagen de mayor seriedad y más centrista para gobernar. Pero más allá de su improbable éxito, lo que sin duda evidencia es el enorme vacío de la izquierda, el colapso de la imaginación política en la construcción de alternativa y oposición (incluso a nivel exclusivamente discursivo) y la irremediable crisis social de las instituciones de representación. En definitiva, se podría decir que la ND ha impreso en un negativo el campo político posible para la construcción de una nueva autonomía social.

 


Emmanuel Rodríguez es autor de El gobierno imposible. Trabajo y fronteras en las metrópolis de la abundancia (Madrid, Traficantes de Sueños, 2003). Este artículo ha sido publicado en el nº 72 de Archipiélago, donde también ha publicado: “La rehabilitación de la política” (nº 41), “La flexibilidad laboral: aparato ideológico y dispositivo disciplinario” (nº 48), entrevista a Richard Sennett realizada junto con Zyab Ibáñez, “Límite y tragedia. La libertad en Castoriadis" (nº 54), “España: zero tollerance ” (nº 55) y “Ecología de la metrópolis. Algunas notas para un programa de investigación” (nº 62).

 

[1] “ Al servicio de España y de sus ciudadanos, FAES busca fortalecer los valores de la libertad, la democracia y el humanismo occidental. El propósito es crear, promover y difundir ideas basadas en la libertad política, intelectual y económica.”

 

 


No es oro todo lo que reluce

Articulo de opinion de Emilio Fresco

Tras la noticia, aún reciente, de que nuestro país había donado 700 millones de euros a la Naciones Unidas, un amigo decía sentirse orgulloso de este gobierno y más si se comparaba esa actitud con la cicatera y obstruccionista del Gran Hermano Americano.

Y, a continuación, pasaba a hacer una valoración positiva de la política exterior de diálogo del Gobierno de Zapatero en relacion con el islam, Turquía etc. MI amigo es simpatizante y votante del PSOE. Simpatizante y votante, no hooligan.

Como no es oro todo lo que reluce, me he acordado de mi amigo hoy, al leer en un periódico (El PAÍS, 2 de Enero de 2007), que en la elaboración de la ley sobre regulación de la venta de armamento, o algo así, se ha contado con la Asociacion que representa los intereses de los empresarios del ramo y no se ha contado con las ONGs. ( Por cierto, algún día habrá que abrir el melón de quién es quién en las ONGs y sobre el rol objetivo que muchas desempeñan).

Lo más grave del asunto es que el Gobierno no ve conveniente suspender la producción de bombas de racimo, del que España es uno de los grandes productores y exportadores. España que está en "misión de paz" en un país como Líbano, árabe y de mayoría musulmana, en labores "de interposición" ( Israel / Hezbolá) y realizando explosiones controladas de bombas racimo,

regalo de Israel en su despedida.Así de contradictoria ( y de Ética) es la política de nuestro Gobierno.

Una nota de paso:A penas se informa de que este Gobierno ha elevado los gastos militares repartidos entre Defensa, Interior, Investigación, etc. a niveles que por lo mismo, hubiéramos puesto a caldo a otros gobiernos. Quien quiera datos exactos en el nº 44 de Diagonal, tiene una información rigurosa.

Ya sabemos que el comportamiento deleznable del PP, provoca casi un movimiento reflejo en la izquierda, de manera que, en determinados momentos, se tiende a moderar las críticas hacia un Gobierno que ha hecho algunas buenas cosas ( algunas no son todas ni, mucho menos) y de cuyo presidente, algunos medios de comunicación y la facción que manda en los populares, un día sí y otro también, piden la cabeza. Pero ya vale ¿no?.

Emilio Fresco

Navidad, santos, cumpleaños, fiestas.

Extracto del libro "Consumo sostenible" de Pilar Comín y Bet Font. Editorial Icaria / Milenrama.


De unas vacaciones a las siguientes hay una eternidad, así que nos hemos buscado distintas cosas que celebrar. El día de la Comunidad, el santo patrón de nuestra ciudad, nuestro cumpleaños, la Navidad o el Día del Trabajo. Son pequeños homenajes a nosotros mismos que solemos celebrar con los demás. Es saludable y civilizado; por una parte rompemos la rutina y, por otra, compartimos nuestra alegría con otras personas. Pero hay muchas formas de celebrar y de compartir, unas más personales y otras más materiales. A veces no recordamos que lo más importante de las fiestas es compartir y no mostrar lo mucho que tenemos o que podemos comprar.

Parece que nos alegramos más del cumpleaños de un amigo o de un hijo si se prepara mucha comida y mucha bebida. Además, esa comida y esa bebida suelen servirse en vasos y platos, y con cubiertos, manteles y servilletas desechables, casi siempre de colores y con dibujos. Es decir un montón de papel y de plástico que sólo se utilizará una vez y con ellos irán a cualquier vertedero un montón de materias primas derrochadas, tintas y otras sustancias contaminantes y una buena dosis de energía utilizada en la fabricación de estos elementos. La Navidad es, sin duda, el momento del año en que somos, casi por encima de todo, consumidores.

Un paseo por el centro de cualquier ciudad en el que nos situemos como si fuéramos una estatua observando los movimientos y escuchando las conversaciones de la gente es un buen ejercicio para comprobarlo. Quizás ya no lo recordemos pero la Navidad es una fiesta religiosa en la que los creyentes celebran el nacimiento de un niño en el lugar más pobre y de la manera más humilde que se pueda imaginar. Para los no creyentes la Navidad no es más que unos días festivos en los que no hay que ir a trabajar.

Pero a todos, sin pedirnos permiso, todos los años, durante más de un mes, la Navidad no sólo nos espera en la calle sino que, además se nos mete en casa. Bueno, en realidad no es la Navidad lo que nos persigue sino el consumo navideño que es otra cosa y que poco tiene que ver con el humilde portal de Belén. ¿Cómo puede ser que el besugo valga un día x y a la semana siguiente suba al doble?, ¿es normal que todos queramos comer langostinos el mismo día?, ¿cómo es que a todos nos hacen falta un jersey y un abrigo nuevos al mismo tiempo?

Los ayuntamientos que durante todo el año se quejan de tener poco dinero no parece que calculen lo que les va a costar llenar la ciudad de bombillas y cómo será la factura de la luz que pagarán con nuestro dinero. Mientras, las calles se llenan de músicas celestiales y los escaparates de colores que atraerán nuestras miradas hacia cosas que muchas veces no necesitamos. Una de las que no necesitamos pero siempre nos gusta es el turrón; de yema, de Jijona, de Alicante, guirlache o mazapán; pero ahora también de chocolate, de coco, con brandy y nuevas variedades que aparecen cada año; de la misma manera que cada año, las pastillas son un poco más pequeñas y la caja un poco más grande. Todas las cajas son un poco más grandes en Navidad, todo lleva una capa más de celofán y hasta al salchichón se le puede poner un lazo de colores. Parece que cuánto más pequeño es el regalo más grande es el envase y más embalaje hay que ponerle.

Los niños son el principal objetivo de la publicidad y el marketing navideño. Muchos padres pagarían porque se estropeara la tele a la hora de los anuncios que rodean a los programas infantiles de la tele porque saben que durante la Navidad la palabra más oída en la casa será “¿me comprarás...?”. Por si fuera poco, cada vez dura más la Navidad; empieza cuando todavía falta más de un mes y las tiendas permanecen abiertas mientras quede una sola persona por la calle buscando el videojuego que anuncian en televisión. Además aparecen celebraciones y costumbres que no sabemos de dónde han salido. Para muchos no había más noche mágica que la del 5 de enero pero los padres de hoy ven aparecer a Papá Noël o Santa Claus en un trineo tirado por renos y a los pocos días no les queda más remedio que poner comida para los camellos de los reyes magos. ¡Cualquiera les explica a los niños que por donde pasa un reno no puede pasar un camello!

Lo último en llegarnos, para alegría de las tiendas de lencería, es la costumbre de llevar ropa interior de color rojo en nochevieja, pensando que si no compramos alguna pieza de este color nos esperan 365 días de desgracias. Ya no nos acordamos que la pasada nochevieja también lo hicimos y durante el año ha habido de todo: días felices y otros menos. Debe ser cosa del mercado único y el mundo global pero si a un español le coge la Nochevieja en Egipto e insiste en comer 12 uvas, más de un egipcio va a pensar que estamos locos, a pesar de que también ellos hayan empezado a poner espumillón y bolas brillantes por las calles.

Se supone que en Navidad se trata de celebrar la humildad, la paz y la fraternidad, pero ni nos acordamos de los humildes, ni pensamos en todos los lugares donde hay guerra ni nos sentimos de aquellos que jamás recibirán una cesta llena de botellas y turrones. De repente todos somos más ricos de lo que éramos y empieza la gran fiesta del consumo. No nos importa derrochar, ya no pensamos en los envases ni en el ahorro energético y no nos acordamos de quel vertedero que no queremos pero que llenamos de residuos, entre otras cosas, con el árbol, el muérdago y el acebo que tan tranquilos estaban en sus bosques hasta que a nosotros nos ha dado por llenarnos de símbolos de paz en vez de paz de verdad.

Fuente: Extracto del libro "Consumo sostenible" de Pilar Comín y Bet Font. Editorial Icaria / Milenrama.

En mi nombre también

escrito por Milagrosa Carrero


No dejemos que el proceso se nos escurra entre las manos. Somos muchos, somos la mayoría, y tenemos el objetivo más humano que puede haber: La paz.

Por toda la geografía española surgen grupos redes de internet, asociaciones, y otros colectivos que la respaldan. El gobierno tiene un trabajo, que hoy no es nada fácil, pero no está solo.

Un grupo de Cacereños se reunía hace unos días ( el 3 de diciembre) en el Calerizo, para leer un manifiesto por la paz,una iniciativa artística para apoyar el proceso de paz y la democracia participativa que os vínculo a continuación (Manifiesto ArtamugarriaK)

En la red la inquietud por este tema también es palpable y muchos confiamos en la solución del proceso, apoyándolo abiertamente mediante nuestras redes.
La red de blogs progresistas hemos meditado durante meses la redacción del siguiente manifiesto:
Manifiesto bloggers progresistas por la PAZ en el País Vasco
Del que os pego un adelanto:
Friday, December 1st, 2006
NOSOTROS:
- Grupo de ciudadanos, autores de blogs y participantes de distintas redes de bloggers.
- Con ideas muy diversas en lo que respecta al fenómeno de los nacionalismos existentes en el Reino de España y en la República Francesa.
- Defensores de los Derechos Humanos, tal como vienen recogidos en el derecho internacional y en la Declaración Universal de los DDHH.
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MANIFESTAMOS- Nuestro apoyo al inminiente inicio del diálogo entre ETA y el Gobierno Español, lo cual no significa renuncia alguna a nuestro derecho a valorar y criticar el concreto desarrollo futuro de este proceso.
- Nuestra gratitud a todos aquellos que en el pasado, reciente o lejano, apostaron por una solución dialogada, enfrentándose no solo a la derecha nacionalista española sino también a la incomprensión e incluso hostilidad de una parte, a veces muy notable, de la Izquierda y la sociedad españolas, e incluso a la propia organización ETA, pagándolo en mas de un caso con la vida.
- Nuestra firme convicción de que los obstáculos puestos por la actual cúpula del Partido Popular no rebajarán ni quebrarán nuestras esperanzas de un futuro en Paz para el País Vasco
- Nuestra voluntad de combatir ahora y siempre a todos los enemigos de la Paz, sea cual sea su credo político y sean cuales sean sus métodos, como parte integrante de nuestro compromiso como izquierdistas.
- Nuestra voluntad de llamar a todos los ciudadanos del Reino de España, sea cual sea su credo político, a movilizarse en favor de la apertura de un proceso de diálogo y paz en el País Vasco que conduzca a la finalización del conflicto vasco y de las violaciones de Derechos Humanos asociadas a éste.
NEGOCIACIÓN, EN NUESTRO NOMBRE SÍ
Milagrosa Carrero Sánchez

Ciencia Ficción

Escrito por "la verdad del pajarito" el 18/ 12/06


Un par de jóvenes que pegaban carteles en el centro de la ciudad de Cáceres convocando a una manifestación en contra de la instalación de la refinería fueron seguidos, abordados y denunciados por las fuerzas de orden público. Ello/ se traducirá en una sanción económica en base a “La Ordenanza Reguladora de la Convivencia Ciudadana y de la Protección del Entorno Urbano, cuyo artículo 11 prohíbe expresamente «la colocación de rótulos, adhesivos, papeles pegados o cualquier otra forma de publicidad» tanto en el mobiliario como en cualquier otro bien que forma parte del paisaje urbano, incluidos las fachadas de los edificios. Las únicas excepciones son las que autorice el Ayuntamiento “en las condiciones y con los requisitos que se establezcan”.
Hasta la fecha no se han establecido. En la misma escena, junto a los carteles del crimen, un sin número de ellos, incluyendo propaganda institucional en cuatricromía.

Sus procedimientos deberían evitarnos los remordimientos de señalarles, de ser crueles con su incompetencia, de ser indulgentes con la mezquindad de sus vidas. Recuerda su estrategia esas cosas absurdas que ocurren en los períodos previos a las guerras. Y las futuras víctimas, bien lo sabemos por experiencia, serían antes y más quienes cargan con los carteles que los esbirros que trabajan para callarles la boca. Aunque al final perdieran, o ganaran, como ganaron aquí. En esta pantomima de régimen, todos los que hacen gárgaras para escupir sobre la tumba de los tiranos ajenos bien podrían echar una mano para pararle los pies a los aprendices propios, tengan la coartada que tengan: las ha habido mayores. O puestos a recuperar la memoria, levantarse, mirar hacia la calle y no olvidar en tres segundos, como los peces. A menos que ellos mismos tengan madera para el atropello, en cuyo caso tampoco se verían enterrados en las cunetas. Tiempo al tiempo: como esto siga así, volverán los hachazos al lado de casa. Y sería una lástima, porque seremos cientos por cada uno de los vuestros.